Última actualización marzo 6, 2025 por Alberto Llopis
En la historia del fútbol, pocos equipos han brillado con la intensidad de la Selección de Brasil 1970. Coronados campeones en la Copa del Mundo de México, este escuadrón liderado por Pelé no solo levantó la Jules Rimet, sino que estableció un legado eterno: el arte del «jogo bonito». Si buscas el momento en que el fútbol se convirtió en leyenda, la Brasil del 70 es la respuesta.
Un elenco de titanes
Imagina un equipo donde cada jugador era una estrella: Pelé, el rey indiscutible, deslumbraba con goles y visión; Jairzinho, el «Huracán», rugía marcando en cada partido; Tostão y Gérson tejían jugadas con precisión quirúrgica, mientras Rivelino dejaba rivales en el suelo con su «elastico». Y luego estaba Carlos Alberto, el capitán que selló la gloria con un gol antológico en la final contra Italia. Este no era un equipo, era una sinfonía futbolística.

México 1970: El escenario perfecto
La Copa del Mundo de 1970, la primera transmitida a color, fue el lienzo donde Brasil pintó su obra maestra. Con un 4-2-4 audaz, arrasaron a todos: desde la épica victoria 1-0 contra Inglaterra hasta la demolición 4-1 de Italia en la final. Cada partido era un espectáculo, cada gol una declaración. El cuarto tanto de la final, una danza colectiva que culminó con el disparo de Carlos Alberto, sigue siendo el gol más icónico de los Mundiales.
¿Por qué la Brasil del 70 sigue siendo imbatible?
No se trata solo de los trofeos —Brasil se llevó la Jules Rimet para siempre al ganar su tercer título—. Es el estilo: un fútbol ofensivo, creativo y letal que enamoró al planeta. En una era sin redes sociales, su fama cruzó fronteras gracias a la televisión y la pasión desbordada de los aficionados. Hoy, más de 50 años después, entrenadores, jugadores y fanáticos siguen estudiando a este equipo como el estándar del fútbol total.
Palabras que resuenan: Jogo Bonito
La Brasil del 70 no solo jugó, sino que inspiró. Representó un ideal donde la técnica individual y el trabajo en equipo se fusionaban en pura magia. Si quieres entender por qué el fútbol es el deporte rey, mira los highlights de 1970: ahí nació el mito.
Un equipo para la historia pic.twitter.com/6OtH2RBDub
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La plantilla completa de Brasil 1970: Los arquitectos del «jogo bonito»
La Brasil de 1970 no solo fue un equipo de estrellas titulares; su profundidad y calidad en cada posición lo convirtieron en una máquina imparable. Aquí está la lista completa de los 22 campeones mundiales.
Porteros
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Félix Miélli Venerando (Félix) – Arquero titular. Criticado por algunos errores previos, se redimió en México con paradas clave. Su estilo no era vistoso, pero dio estabilidad bajo los palos.
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Adalberto Pereira da Silva (Adãozinho) – Suplente. No jugó, pero su experiencia en Corinthians fue un respaldo sólido.
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Émerson Leão – Tercer arquero. A sus 20 años, era una promesa que luego brillaría en el fútbol brasileño, aunque no vio minutos en 1970.
Defensas
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Carlos Alberto Torres (Carlos Alberto) – Lateral derecho y capitán. Autor del icónico gol final contra Italia, su liderazgo y subidas al ataque fueron fundamentales.
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Hércules Brito Ruas (Brito) – Central. Rudo y confiable, formó una muralla con Piazza. Su garra fue clave en duelos físicos.
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Wilson da Silva Piazza (Piazza) – Central. Originalmente mediocampista, Zagallo lo adaptó a la defensa con éxito. Elegante y táctico.
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José Guilherme de Melo e Silva (Zé Maria) – Lateral derecho suplente. No jugó, pero su polivalencia era un as bajo la manga.
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Everaldo Marques da Silva (Everaldo) – Lateral izquierdo. Titular indiscutible, su resistencia y apoyo ofensivo brillaron en cada partido.
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Marco Antônio Feliciano (Marco Antônio) – Lateral izquierdo suplente. Entró en algunos partidos, mostrando velocidad y técnica.
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Joel Camargo – Central suplente. Sin minutos, pero su presencia reforzó la zaga en entrenamientos.
Mediocampistas
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Gérson de Oliveira Nunes (Gérson) – Volante creativo. El «cerebro» del equipo, su «patada de oro» marcó un golazo en la final.
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Clodoaldo Tavares de Santana (Clodoaldo) – Volante mixto. Equilibrio puro; su regate en la final inició la jugada del 4-1 contra Italia.
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Roberto Miranda (Roberto) – Mediocampista ofensivo. Suplente de lujo, entró para dar frescura en ataque.
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Paulo César Lima (Paulo César Caju) – Volante creativo. Usado como revulsivo, aportó desborde y visión.
Delanteros
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Edson Arantes do Nascimento (Pelé) – Delantero estrella. 4 goles, asistencias y magia pura; el rey del torneo.
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Jair Ventura Filho (Jairzinho) – Extremo derecho. 7 goles, uno en cada partido, un récord histórico. «El Huracán» arrasó.
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Eduardo Gonçalves de Andrade (Tostão) – Delantero. 2 goles y jugadas geniales; el enlace perfecto entre mediocampo y ataque.
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Roberto Rivelino (Rivelino) – Extremo izquierdo. 3 goles, inventor del «elastico», su zurda fue un espectáculo.
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Eduardo Antônio Machado Teixeira (Edu) – Extremo suplente. Sin minutos, pero su velocidad era una amenaza latente.
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Dario José dos Santos (Dario) – Delantero centro. Entró como recambio, mostrando potencia física.
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Antônio Lima dos Santos (Lima) – Delantero suplente. Sin acción en el torneo, pero parte del grupo campeón.
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Sebastião Leônidas (Leônidas) – Atacante. No jugó, pero su inclusión reflejó la profundidad del equipo.
El secreto de la plantilla
La Brasil del 70, con un 4-2-4 flexible, combinó titulares legendarios como Pelé, Jairzinho, Gérson, Rivelino, Tostão y Carlos Alberto con suplentes de calidad que mantenían el nivel. Zagallo supo explotar esta mezcla de técnica, fuerza y creatividad, logrando un fútbol total que aplastó a rivales como Inglaterra e Italia. Desde Félix en la portería hasta Clodoaldo en el mediocampo, cada jugador aportó al mito del «jogo bonito».
Pelé: El rey eterno
Edson Arantes do Nascimento, Pelé, era el alma de Brasil 1970. A sus 29 años, el tricampeón mundial (1958, 1962, 1970) aportó 4 goles, incluido uno en la final contra Italia. Su visión, regates y liderazgo lo convirtieron en el faro del equipo. Cada toque suyo era un evento, y su legado sigue siendo el estándar del fútbol mundial.

Jairzinho: El huracán imparable
Jair Ventura Filho, Jairzinho, apodado «El Huracán», hizo historia al anotar en todos los partidos del torneo (7 goles). Su velocidad y potencia desbordaban defensas, como en el gol contra Inglaterra que silenció al campeón vigente. Jairzinho no solo brilló; arrasó, dejando un récord imbatible en los Mundiales.
Tostão: El cerebro silencioso
Eduardo Gonçalves de Andrade, Tostão, era el delantero pensante. Con 2 goles y asistencias clave, su inteligencia táctica conectaba al equipo. Superó una lesión ocular para jugar en 1970, demostrando que su visión iba más allá de lo físico. Tostão fue el arquitecto invisible de muchas jugadas maestras.
Gérson: La patada de oro
Gérson de Oliveira Nunes dominaba el mediocampo con pases milimétricos y un cañonazo que bautizaron «patada de oro». Su golazo de larga distancia contra Italia en la final fue una obra de arte. Gérson era el cerebro estratégico, el metronomo que marcaba el ritmo del «fútbol total».
Rivelino: El mago del elastico
Roberto Rivelino trajo espectáculo con su bigote icónico y su zurda letal. Inventor del «elastico», un regate que humillaba rivales, marcó 3 goles, incluido un misil de tiro libre contra Checoslovaquia. Rivelino era pura creatividad, un showman en el césped.
Carlos Alberto: El capitán inmortal
Carlos Alberto Torres, el lateral derecho y capitán, cerró la final con el gol más emblemático de la historia de los Mundiales. Tras una jugada colectiva de ensueño, su disparo fue la guinda de la goleada 4-1 a Italia. Líder y símbolo, su tanto encapsula el espíritu de Brasil 1970.

Otros héroes: Profundidad y talento
El banquillo también era de lujo: Clodoaldo, el volante que inició la jugada del cuarto gol en la final; Everaldo, el lateral izquierdo incansable; y Félix, el arquero que, aunque criticado, mantuvo la portería en pie. Este equipo era una máquina perfectamente engrasada.