Última actualización marzo 29, 2019 por Javier Argudo
El 11 de febrero de 1995 el Racing de Santander realizó uno de los partidos más brillantes de su historia. Visitaba El Sardinero el Barcelona de Johan Cruyff, el conocido como ‘Dream Team’ que se llevó uno de los repasos más importantes que se recuerdan al equipo dirigido por el técnico holandés.
Aquella temporada 1994-1995 fue la del final de una era para el FC Barcelona. Después de haber logrado cuatro Ligas de forma consecutiva además de la Copa de Europa de 1992 en Wembley contra la Sampdoria, el equipo de Cruyff comenzaba a debilitarse. Esa Liga fue para el Real Madrid seguido de Dépor y Real Betis siendo el Barça el cuarto clasificado a final de temporada.
El Racing de Santander, por su parte, logró la permanencia con 36 puntos (por aquel entonces la victorias todavía sumaban dos puntos). El conjunto dirigido por Vicente Miera, realizó uno de los mejores partidos que se recuerdan en tierras cántabras. Con Radchenko como principal estilete del equipo y con jugadores de mucha calidad como Quique Setién, Billabona o Popov, el equipo de Santander fue capaz de desarbolar a un equipo culé que contaba en sus filas con Bakero, Stoichkov, Guardiola o Hagi.
‘LA MANITA’ DEL RACING DE SANTANDER
Sin embargo, aquel equipo también contaba con fichajes ‘raros’ de la época de Cruyff. El propio Korneiev fue titular aquel día al igual que el portero Busquets, que no tuvo muy buena actuación que digamos. Por si fuera poco, Angoy (yerno de Cruyff) tuvo unos minutos después de la expulsión del portero titular del Barça completando un partido de lo más dantesco para la escuadra blaugrana que se vio superada y humillada por un Racing de Santander que dio una lección de fútbol aquel día.
Al descanso el conjunto montañés vencía por 1-0 merced a un gol de Esteban Torre. Fue en la segunda mitad cuando al Barça le vino la avalancha de goles y juego del rival. El 2-0 fue obra de Quique Setién, que remató de cabeza un buen centro desde la izquierda. El 3-0 lo anotó Merino y aún faltaban el cuarto y el quinto obra del mejor jugador de aquel partido, el ruso Radchenko, que puso el broche de oro con su doblete a una gran actuación personal completando ‘la manita’.
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