Última actualización noviembre 15, 2021 por colgadosporelfutbol
El deporte, y sobre todo el de alto rendimiento, ha avanzado notoriamente en todos sus aspectos, siendo la alimentación uno de los campos en los que más desarrollos ha habido en las últimas décadas. De hecho, en disciplinas como el fútbol es muy notoria la diferencia entre la suplementación deportiva de antes y de ahora.
Y es que el ámbito de la suplementación ha ido creciendo a pasos agigantados tras haberse demostrado sus múltiples beneficios, los cuales han permitido eliminar muchos prejuicios carentes de sentido alguno.
A continuación, vamos a analizar cómo ha sido la evolución a nivel de suplementación en el deporte de alto rendimiento.
Bebidas y geles copaban la gran parte de las miradas
Cuando la suplementación irrumpió en el día a día de deportistas y clubes, lo hizo mayoritariamente en forma de bebidas y geles.
De hecho, las bebidas isotónicas que aportaban hidratos de carbono o sales en diferentes cantidades fueron un gran apoyo a la mejora del rendimiento, ya fuese en el entrenamiento o en la propia competición. Poco después, también llegaron bebidas más enfocadas a la recuperación post esfuerzo, las cuales integraban también aminoácidos esenciales que favorecían la síntesis proteica.
Los geles, por su parte, también estaban diseñados para aumentar el rendimiento en fase de esfuerzo, ayudando al deportista a evitar que sus niveles de glucógeno intramuscular cayesen en picado asegurando así dosis de combustible.
Irrupción de suplementos estrella como la creatina
Poco a poco, los geles y bebidas dieron paso a otro tipo de suplementos que irrumpieron con fuerza como la creatina.
Existe una evidencia científica clara de que la carga de creatina mejora el rendimiento en aquellas actividades físicas de carácter repetido, a intensidades elevadas y con cortos periodos de recuperación. Un ejemplo de este tipo de actividades es el fútbol.
No obstante, la creatina tampoco es el único suplemento deportivo que ha comenzado a usarse más allá de bebidas, o los clásicos ‘batidos de proteínas’. También se utilizan a día de hoy otros productos como la cafeína, caseína o amilopectina, entre otros.