Última actualización marzo 14, 2019 por Javier Argudo
Hoy recuperamos una historia que sería prácticamente imposible en la actualidad. En la era del marketing y de los contrato multimillonarios con las marcas deportivas y las televisiones que manejan el mundo del fútbol sería impensable que ocurriera algo semejante a lo que acaeció en el Mundial de 1978 celebrado en Argentina, en concreto, en el partido que enfrentó a Francia y a Hungría.
Ambas selecciones debían enfrentarse en Mar del Plata y por un error de la FIFA acudieron con sus uniformes alternativos de color blanco. La camiseta azul de Francia y la roja de Hungría podía confundirse en aquella época en las televisiones de blanco y negro y por ello el máximo estamento del fútbol mundial obligó a que vistieran sus segundas equipaciones sin reparar en que las dos eran de color blanco.
Ante este problema el árbitro habló con los encargados de material franceses y húngaros pero ninguno contaba con otra camiseta ya que estaban concentrados en Buenos Aires y es allí donde tenían el resto de material deportivo.
FRANCIA DE VERDIBLANCO
Fue entonces cuando un directivo del modesto Kimberley, club argentino, ofreció las casacas verdiblancas de su equipo para que los franceses jugaran con ellas. Sin más reparos la oferta fue aceptada y después de 45 minutos el partido, que estaba pautado para las 13:45 hora local diera comienzo a las 14:30.
Fueron los franceses los que saltaron al terreno de juego con sus calzas y pantalón habituales pero con una camiseta verdiblanca al más puro estilo Real Betis que no combinaba bien pero que causó furor poniendo en el mapa a aquel pequeño equipo llamado Kimberley que se hizo famoso en todo el mundo por pura suerte.
El encuentro finalizó con victoria francesa por 3-1 aunque el resultado no tuvo mayor importancia ya que ambas selecciones estaban ya eliminadas y no tenían opciones de clasificarse para la siguiente fase de aquel Mundial de 1978 que acabó venciendo la Argentina liderada por Mario Alberto Kempes.