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Kenneth Kristensen, uno de los fichajes más raros del fútbol modesto

Última actualización abril 2, 2020 por Javier Argudo

La historia del fútbol está llena de fichajes de lo más extraños. Futbolistas que llegan a un club previo pago de una importante suma de dinero y cuyo rendimiento es más que decepcionante. Sin embargo, el caso que trataremos hoy, pasó a la historia como uno de los más raros del fútbol modesto.

Noruega no solo es uno de los países con mayor nivel de vida del mundo, es una nación peculiar en muchos aspectos. Surgida en el siglo IX (aunque sometida posteriormente y declarada formalmente independiente en 1814), pero que no tuvo un idioma común propio hasta 1917 (con la unificación artificial de los dos principales dialectos noruegos, poco inteligibles entre sí, creando el noruego estandarizado, la lengua nacida como una “koiné” entre ambos y que es usada hoy en los estudios y, también, a nivel oficial junto con el danés y sueco, como los tres idiomas oficiales del país nórdico).

El país con mayor esperanza de vida del planeta, con la tercera renta per cápita más elevada, con los mejores puestos en todos los ránkings de productividad y, además, según la ONU, la nación con el índice de Desarrollo Humano más elevado del planeta, por delante de Australia, Estados Unidos y Suecia. Una nación ejemplar en muchos aspectos y también peculiar, algo que en lo futbolístico no es una excepción.

Noruega tiene el mayor porcentaje de futbolistas (masculino y femenino) del mundo. Una nación que apenas roza los cinco millones de habitantes y donde un 11% de ellos practican el deporte del balompié de modo federado y donde destaca un importante número de chicas futbolistas. Kenneth Kristensen era, en la temporada 2001-02, el delantero centro titular del Vindbjart, modesto del fútbol de la Tercera División noruega (el cuarto nivel del fútbol del país), una categoría completamente amateur.

Kristensen había firmado un contrato por tres temporadas con el Vindbjart, que deambulaba por la parte baja de la clasificación. A base de marcar goles en sus dos primeros años (en ambas temporadas superó la cifra de los veinte tantos) el delantero despertó el interés del Floey, equipo también de tercera, pero con mayor proyección y que aspiraba a ascender a la Segunda División B, ya con un status semi-profesional.

En Noruega sólo la actual Eliteserien, por aquellos entonces Tippeligaen, (la máxima categoría del fútbol del país) es completamente profesional, con un salario mínimo fijado y una dedicación exclusiva al deporte de todos los jugadores. El sueño de Kristensen era llegar al fútbol profesional y la oferta del Floey, equipo de una localidad cercana, le acercaba a ello.

Pero había un problema, al delantero le quedaba un año más de contrato con el Vindbjart y su club exigía una compensación económica a la que el Floey no podía acercarse al encontrarse sumido en una crisis económica, que no deportiva, que le obligaba a ajustar los números al máximo y depender de su cantera o de la llegada de jugadores libres.

El futbolista deseaba cambiar de camiseta. «Kenneth estaba ilusionado con la idea de fichar por el Floey y no queríamos causarle problemas, pero tenía contrato con nosotros y era obligado pedir alguna compensación», declaró en su día el presidente del Vindbjart, Vidar Ulstein. Así que Ulstein encontró la solución en una petición que sorprendió al presidente del Floey, Rolf Guttormsen.

75 KILOS DE CAMARONES

A falta de dinero podrían pagar con camarones, ya que uno de los directivos del Floey era un conocido empresario del sector pesquero. Y se cerró uno de los más pintorescos traspasos del mundo del fútbol modesto: se pagaría el peso del futbolista en kilos de camarones.

En las oficinas del Vindbjart se pesó al jugador, setenta y cinco kilos. A continuación, ambos presidentes se dirigieron al puerto de Vennesla donde le esperaba el directivo propietario de la pesquera, para hacer entrega de exactamente setenta y cinco kilos de camarones. El presidente, la plantilla, los empleados del Vindbjart y el propio Kristensen se dieron un homenaje-despedida a base de una buena mariscada, rociada con abundante cerveza, precio de la venta del prometedor delantero cuya carrera se quedó a medias.

Jugó en la Segunda División, en las filas de un histórico venido a menos, el IK Start de Kristansand (vencedor de la liga noruega de los años 1977-78 y 1979-80) y con el que llegó a jugar de modo profesional durante dos años: una temporada en la segunda categoría y otra en la Tippeligaen, aunque esta de modo casi simbólico puesto que el curso que estuvo en la máxima categoría del fútbol noruego su participación se redujo a un partido de Liga y una aparición en la Copa, sin llegar a anotar ningún gol.

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