Última actualización noviembre 26, 2021 por colgadosporelfutbol
Jordan Letchkov fue uno de esos jugadores fetiche que pudimos ver durante la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994. Ese verano, Hristo Stoichkov afirmaba: “Dios es búlgaro”. Creer o no en esta afirmación depende de cada uno, pero que durante ese mes una luz se posó sobre la Selección Búlgara y la figura del de Sliven es innegable.
La selección de Bulgaria es considerada hoy en día como un equipo de segunda o tercera orden en Europa. El flojo desempeño en las eliminatorias, tanto en los Mundiales como en las Eurocopas disputadas, han hecho que esta selección últimamente no se clasifique para ningún torneo importante.
Pero hubo una época en la cual esto no era así. Bulgaria era un equipo peleón, que le jugaba de igual a igual a cualquiera y que dejó asombrado al mundo en la Copa de Estados Unidos de 1994. Una competición que, pese a no ganar, lleva su nombre y el del otro jugador estrella del equipo con permiso del propio Stoichkov, el de Jordan Letchkov.
Inicios de la leyenda de Jordan Letchkov
Jordan Letchkov debutó a los 22 años con la selección de fútbol de Bulgaria ante Grecia. Un encuentro que finalizó con un marcador de 4-0 a su favor. Sin embargo, sus inicios se remontan a Sliven (Bulgaria), su ciudad natal, en la cual comenzó su carrera deportiva y donde también la quiso concluir en 2004. El verde del OFC Sliven 2000 vio el nacimiento de una estrella que permanecería allí hasta comienzos de los 90, momento en el que ya estaba preparado para dar un importante salto en su carrera.
Es fichado por el CSKA de Sofía, con el que conquistaría su primer título de Liga tras haberse alzado con la Copa años atrás con el Sliven. Por aquel entonces, ya era afamado por sus primeras apariciones con el equipo nacional de Bulgaria, sin embargo, no pudo asistir al Mundial de Italia 90.
Antes de darse a conocer en la siguiente edición mundialista, en la que Bulgaria jugaría un papel de equipo revelación junto a otros como Suecia o Rumanía, Letchkov sería captado por los ojeadores del Hamburgo en el año1992. Es así como Letchkov aterrizó en Alemania para ponerse a las órdenes de Egon Coordes, donde coincidiría con su compatriota Pavel Dotchev. Su calidad en el terreno de juego ya lo perfilaba, antes de iniciarse la campaña 92/93, como titular.
El 15 de agosto de 1992, un joven Jordan Letchkov aparecería en el once titular para recibir en casa al Stuttgart en la primera jornada de la Bundesliga. El choque se resolvería con un empate a uno, pero las actuaciones del delantero fueron notables y se repitieron a lo largo de los siguientes encuentros. Sus mejores acciones vinieron en las jornadas séptima y octava del campeonato domestico, en las que el búlgaro anoto frente a Karlsruher y Wattenscheid respectivamente. Letchkov se había ganado a la afición del Volksparkstation.
Y llegó la época dorada
La selección búlgara comenzó su andadura en la competición del 94 con Jordan Letchkov entre sus filas y consiguiendo en el último minuto ese tanto le daba la victoria por 1-2 a Bulgaria en el Parque de los Príncipes. Firmaban así su pase a la Copa del Mundo. Se pitaba el comienzo del verano más loco de la historia de su fútbol. Los balcánicos no solo serían capaces de conseguir su primera victoria en un Mundial, contra todo pronóstico, también lograrían alcanzar las semifinales.
Aquel 10 de julio, en Nueva York, en unas semifinales de la Copa del Mundo de EEUU del 94. La exhibición había empezado. Se enfrentaban a los favoritos, a la selección alemana, sin embargo, nadie en la concentración sentía algún miedo. Al contrario, habían sorteado a México superando las expectativas de los aficionados y sabían que en esta ocasión no iba a ser menos.
Comenzaba la segunda parte y los búlgaros estaban contra las cuerdas, pero en a penas 15 minutos supieron darle la vuelta al marcador con un golpe franco de Stoichkov que consiguió igualar el luminoso. Los alemanes no habían podido siquiera recuperarse del shock cuando Letchkov selló el encuentro con un cabezazo histórico. En Bulgaria ya era noche cerrada y había que madrugar al día siguiente, pero a nadie parecía importarle. Miles de búlgaros tomaron las calles para celebrar en honor de los “imparables” hasta el amanecer.
Únicamente la Italia de Roberto Baggio pudo acabar con el sueño de la banda de Stoichkov en semifinales. El tercer y cuarto puesto les enfrentó a otra de las revelaciones del torneo, la Suecia de Brolin y compañía. Sin embargo, tras ver su sueño hecho pedazos, esa guerra ya no importaba y los búlgaros se dejaron llevar y cayeron por un contundente 4-0.
Y, al igual que los amores de verano, la Copa llegó a su fin. Se resolvió con una victoria de la selección de Brasil en tanda de penaltis ante los italianos. Pero lo que todo el mundo recuerda de ese histórico campeonato es a la sensacional selección búlgara de aquel verano del 94. Una selección que nos enseñó que, en el fútbol como en la vida, todo es posible.