Última actualización diciembre 23, 2019 por Javier Argudo
El carácter de Bernd Schuster siempre fue (y sigue siendo) muy fuerte. El alemán protagonizó un sinfín de historias curiosas a lo largo de su carrera. Hoy nos centraremos en su increíble anécdota en la final de Copa de Europa celebrada en el Sánchez Pizjuán de Sevilla en el año 1986.
El 7 de mayo del ya citado 1986 se enfrentaban el FC Barcelona y el Steaua de Bucarest en un partido que debía decidir el título de campeón de la máxima competición continental. Los culés estaban ante la gran oportunidad de levantar la primera Copa de Europa de su historia y, desde luego, todo parecía propicio para que así fuera. Nada más lejos de la realidad.
EL BARÇA DE TERRY VENABLES
El estadio sevillista lleno hasta la bandera y con amplia mayoría de seguidores barcelonistas como no podía ser de otra forma. El Barça, dirigido por Terry Venables, favorito total para llevarse la victoria. Los culés habían sufrido mucho para alcanzar la final. Sparta de Praga, Oporto, Juventus y Goteborg fueron los rivales que dejó en el camino el equipo del Nou Camp. Los dos primeros cayeron gracias a los goles anotados en campo contrario mientras que los suecos vencieron por 3-0 en la ida y el Barça tuvo que remontar en casa gracias a un hat-trick de Pichi Alonso que forzó la prórroga. Los azulgrana lograron el pase en la tanda de penaltis.
Por su parte, el Steaua tuvo un camino más sencillo. El Budapest Honved húngaro, Kuuysi finlandés y el Anderlecht belga fueron sus rivales. Los rumanos accedían a la final con piel de cordero. Todo jugaba en su contra, pero supieron plantear un partido muy duro y ‘feo’ que les benefició.
El FC Barcelona, muy nervioso, no logró perforar la meta de Helmuth Duckadam que acabaría siendo el auténtico héroe del partido. Fue en el minuto 85 cuando se produjo la increíble anécdota que pasaría a la historia. El alemán Schuster era sustituido por el técnico Terry Venables. La cara del futbolista era un auténtico poema que se retiró directamente a los vestuarios y abandonó el estadio tremendamente decepcionado.
Al parecer, la relación entre el técnico y el jugador ya no era la mejor desde el principio. Según explicó Schuster, el preparador inglés solicitó su marcha para fichar a otro futbolista extranjero (en aquella época únicamente se permitían dos por equipo) pero finalmente el alemán continuó en el club. Lo más curioso del asunto ocurrió en el camino entre el estadio y el hotel.
Usted no puede estar aquí, ¡en la radio dicen que está jugando!»
Schuster se colocó el chándal y tomó un taxi. Cuando el taxista le vio no se lo podía creer: «Usted no puede estar aquí, ¡en la radio dicen que está jugando!». El centrocampista del Barça llegó a tiempo de ver con su mujer la tanda de penaltis. El Steaua marcó únicamente 2 de 4. Pero Helmuth Duckabam, guardameta rumano, paró los 4 lanzamientos haciendo campeón a su equipo de forma sorprendente.
Esa noche y con esa increíble anécdota finalizó la etapa barcelonista de Bernd Schuster. La siguiente temporada 1986-1987 el club no le inscribió y, aunque entrenaba, no jugó ningún partido. Fue entonces cuando Leo Beenhakker habló con él para llevárselo al Real Madrid que por aquel entonces presidía Ramón Mendoza. ‘El rubio’ vistió la camiseta merengue durante dos temporadas antes de fichar por el Atlético convirtiéndose en uno de los dos únicos futbolistas que ha jugado en los tres equipos.