Última actualización enero 30, 2020 por Javier Argudo
Sin lugar a dudas, la Copa del Rey, históricamente, ha ofrecido partidos inolvidables, algunos por puro espectáculo, otros por emoción pero también otros por estar cargados de sentimiento, por ser la oportunidad del débil de enfrentarse al gigante.
Cuando se le pregunta a la afición del Granada C.F. por la competición del K.O. rápidamente presumen de la finalísima disputada en 1959, seguramente el partido más importante en la historia del club nazarí y que se saldó con derrota ante el Barcelona de Helenio Herrera con Luis Suárez, Kocsis y Eulogio Martínez como cracks. Sin embargo, en 2001, mucho después de aquel histórico partido para el Granada y muy lejos de aquella grandeza de la que presumía entonces, el club granadino disputó el que quizá sea su partido más mediático en la Copa del Rey.
Situémonos, la Copa se jugaba en un formato similar al que se ha impuesto en la presente temporada. Hasta cuartos de final, las eliminatorias se jugaban a un único partido, lo que facilitaba que se sucedieran las sorpresas. El Granada vivía su particular recorrido por la desértica Segunda B tras vivir uno de los mayores reveses de su historia y morir en la orilla del ansiado ascenso a la categoría de plata apenas unos meses atrás. Tras la espantada de gran parte de aquella espléndida plantilla, aún quedan algunos buenos retales que formaban un equipo competitivo que peleaba por las primeras plazas del Grupo IV. Acompañando al Granada, otro equipo de la provincia granadina, el Guadix, sufría la categoría peleando por la salvación.
EL GUADIX ELIMINA AL VALENCIA DE LA COPA
La Copa del Rey llegó entonces para regalar un momento de felicidad por toda la provincia granadina. El Granada conseguía deshacerse del Villarreal mientras que el Guadix empataba a cuatro con un gran Valencia que lideraba la primera división. Ambos conjuntos conseguían el hito de eliminar a dos primeras y clasificarse para los octavos de final. El caprichoso bombo no quiso conceder un “gordo” para los equipos granadinos, fue mucho más allá y emparejó a ambos en un derbi de altos vueltos… Granada vs Guadix en octavos de copa. Ciencia ficción.
Tras dos disputados partidos acabados con empate a 0, serán los penaltis los que decidan el pase de ronda en una gélida noche de enero que se alarga. Está a punto de desarrollarse una tanda fatídica que pasará a la historia.
El primer valiente de aquella fría noche de enero, el lateral zurdo Cervián, conectó un disparo que desvió Peramos hacia el larguero para volar por el gélido cielo, caer el césped y entrar a la red: ¡GOL!… ¿o no? Pereñíguez Pérez, el árbitro, no tiene duda, el tanto es válido. Pero no así los comentaristas de Canal Sur que televisan el partido, concretamente el exarbitro Navarrete explica que el gol es incorrecto. La noticia corre por los periodistas, por la grada, por los banquillos, por los jugadores… La polémica estalla. La afición accitana se queja desde el tercer anillo de Los Cármenes. Entre protestas y con un árbitro envuelto por los micrófonos de los periodistas, los penaltis prosiguen hasta el decisivo fallo de Pedro, en el decimocuarto lanzamiento.
Mientras se tiran los penaltis se escuchaba todo. El árbitro, hastiado por las preguntas y las quejas, articulará una frase que lo lanzará a la fama:
La fiesta granadina envuelve el césped mientras las reclamaciones se suceden. El Granada había pasado de ronda por un supuesto error arbitral. El equipo granadino vive la resaca del pase histórico envuelto en la polémica mientras en Guadix levantan una queja formal a la Federación Española y se organiza una manifestación que recorre las principales calles accitanas.
El presunto imperdonable error hacía famoso a un colegiado humilde, que se encargó, entrevista a entrevista, a defender su acierto. El penalti era correcto y el gol válido, no había duda. Las horas hicieron que las disculpas se sucedieran medio tras medio. El Granada volvía a codearse con los clubes más grandes de España tres décadas después gracias a un modesto pero valiente árbitro que demostró conocer el reglamento mejor que los propios trencillas internacionales.