Última actualización noviembre 8, 2021 por colgadosporelfutbol
El 25 de noviembre de 2020 fue una fecha de luto para el fútbol. Fue el día del fallecimiento de uno de los jugadores más importantes del panorama deportivo mundial, Diego Armando Maradona. Amado y odiado a partes iguales, el pibe de oro es, sin duda, una de las figuras más representativas dentro del mundo del esférico. A lo largo de su carrera a dejado goles, regates y jugadas para el recuerdo, pero sin duda la que nunca olvidaremos será la de su broche final.
La despedida de Maradona del mundo del fútbol fue todo un regalo de culto. El Pelusa “colgó las botas” en numerosas ocasiones, pero no fue hasta el 25 de octubre de 1997 cuando lo haría definitivamente. En un clásico River y Boca, su último clásico. Aunque él todavía no lo sabía. Y al igual que ha ocurrido durante toda su vida, los últimos pasos del argentino en el verde exceden la ficción, la verosimilitud y rozan lo rocambolesco.
25 de octubre de 1997, el día del Superclásico que despidió del fútbol a Diego Armando Maradona
Maradona venía de una sanción de 18 meses por haber dado positivo por efedrina poco antes del inicio del Mundial USA del 94. Durante el parón, entrenó a Textil Mandiyú y al Racing Club, sin demasiada suerte para ambos. Luego, tras el fin de su expulsión del campo, regresó a su equipo, a su Boca Juniors. El estado físico del argentino no era el de un profesional y su estrecha relación con la cocaína lo alejaba aun más de los terrenos de juego. Las drogas eran el último clavo de su crucifixión y él lo sabía. Hasta tal punto que pronunció, durante la gala de una organización benéfica de drogas en 1996, “soy y seré siempre drogadicto”.
El Pelusa veía el fin cada vez más cerca y decidió que tenía que terminar con el partido más importante de todos, el Superclásico ante River Plate que se disputaría el 25 de octubre de 1997.
Nunca se había vivido una víspera del partido más hirviente. Elogios y reproches por ver jugar a un Diego que, según diferentes fuentes, no había superado la prueba de orina. Pero era un partido histórico, demasiado importante. Todo un país quería verlo moverse de nuevo sobre el césped.
Con el 10 a la espalda y levantando los puños al cielo haciendo la señal de la cruz, Armando Maradona sale del túnel de vestuarios ante una Bombonera que estalla. Los gritos y los flashes inundan el estadio. Y comienza el partido. El pibe de oro ofrece una lección magistral de juego ordenado, pasando mucho la pelota. Eso si, moviéndose poco y teniendo que ser ayudado por los compañeros ante las caídas. Solo juega el primer tiempo, luego la vulgata decide sustituirlo por el que fue considerado como su heredero, Juan Román Riquelme.
Pero, sin duda, 45 minutos para la historia. Boca ganó 2 a 1 y al final del partido Maradona sentenció: «Boca jugó como Boca y River fue River. Hicieron una gran primera parte pero luego se les cayeron los pantalones”. Aquel Superclásico de Buenos Aires, con sesenta mil hinchas que abarrotaban el graderío, no debería haber sido el último partido del argentino pero, con 36 años y 364 Días… las drogas lo retiran.
Maradona le dio al fútbol un nuevo lenguaje tanto dentro como fuera del campo, le dio alegrIas indescriptibles y tragedias demoledoras. En definitiva, cambio el mundo de este deporte. En 2001, cuatro años después de aquel último partido, disputó su despedida oficial en un amistoso, donde hizo una de sus declaraciones más famosas: “El fútbol es el deporte más saludable e importante del mundo. Cometí un error y pagué, pero la pelota no se mancha”.