Última actualización diciembre 13, 2021 por colgadosporelfutbol
Fue todo gracia a la selección de EEUU en USA 94. De pasar por una de sus peores etapas a albergar la mayor competición a nivel global del esférico. El Mundial de 1994 supuso un cambio radical en el fútbol, conocido allí como scoccer, de Estados Unidos. Cuando los nostálgicos futboleros recuerdan aquella época, el subconsciente llama a Alexi Lalas, Tab Ramos, Erick Wynalda, Coby Jones o Tony Meola. La selección del país anfitrión de esta peculiar Copa del Mundo, quedó en la memoria de muchos, tanto por el juego como por el giro que dio este deporte al otro lado del charco.
El anfitrión más polémico
La Selección de Estados Unidos fue uno de los 24 participantes en el Mundial de Fútbol de USA 1994 que se realizó en su propio país. Y cómo llegó a ser anfitrión tiene su historia.
Tras la renuncia de Colombia para organizar la Copa Mundial de Fútbol de 1986, Brasil, Canadá, México y Estados Unidos presentaron sus candidaturas para organizar el evento. Sin embargo, la opción estadounidense no tuvo apoyo internacional, por lo que el gobierno del país decidió renunciar y apoyar a su vecino del sur, México, que fue elegido unánimemente. A cambio, los estadounidenses exigieron el apoyo de la FIFA para ser la sede del evento de 1994, el cual tenía posibilidad de volver a ser en América.
Estados Unidos representó para la FIFA un lugar de suma importancia, debido a su poder económico. Sin embargo, el soccer no era un deporte popular e incluso ni siquiera existía una liga de fútbol profesional. Unos factores evidentes que se veían reflejados en la ausencia del seleccionado estadounidense en participaciones mundialistas desde 1954 hasta 1986.
Mientras la FIFA apoyó la candidatura de los Estados Unidos como una forma de extender la práctica del deporte en el país, y como había prometido, gran parte de la comunidad internacional estuvo en contra de llevar el evento más importante del fútbol a un país que no se practicaba masivamente. Marruecos y Brasil presentaron candidaturas, pero la del país africano representó la posibilidad más clara de realizar el torneo por primera vez en un continente en que el fútbol se desarrollaba rápidamente. Finalmente, y a pesar del rechazo e inconformismo de algunos grupos tradicionalistas, Estados Unidos fue elegido por 10 votos a favor, siete para los marroquíes, dos para Brasil y Chile declinó su candidatura el 4 de julio de 1988.
Una vez elegido como sede, el gobierno de Estados Unidos comenzó con los preparativos del evento y a cumplir su promesa con la FIFA de incentivar el fútbol en la nación.
La ilusión de octavos
El equipo estadounidense quedó en el Grupo A con Colombia, Rumanía y Suiza. Y de ahí tocó el primer rival, Suiza. Un partido ante los de Ciriaco Sforza y Alan Sutter que Estados Unidos empezó perdiendo. Sin embargo, los estadounidenses aún no perdían la esperanza y a los cuatro minutos del tanto helvético, Eric Wynalda anotó de tiro libre. El luminoso quedó 1-1. Un buen debut, pero quedaba el más difícil del grupo.
El pensamiento inicial, basándose en el análisis de juego, era ganar a Suiza, empatar con Rumania y bueno, rezar ante Colombia. Pero a veces el destino es caprichoso.
Con el Rose Bowl de Pasadena (California) repleto, algo ocurrió. Minuto 35. John Harkes vio que Ernie Stewart corría por el otro carril. Y, con todas sus fuerzas, lanzó un centro que Andrés Escobar interceptó. Fue autogol, el 1-0. El siguiente no tardó en llegar. Arrancando la segunda mitad, tras un pase largo, Stewart supo definir muy bien y subir al marcador el 2-0. Y a pesar de los intentos de los colombianos y del gol que Adolfo “El Tren” Valencia marcó justo al 90, el 2-1 sentenció a Colombia y llevó a Estados Unidos a otro nivel de éxtasis en los octavos de final.
Habían derribado a uno de los grandes favoritos. Pero tras la derrota contra Rumania, a los estadounidenses les quedaba Goliat. Habían conseguido pasar a la siguiente fase tras finalizar como terceros de grupo, pero su siguiente rival resultó ser Brasil, otro de los predilectos de la competición.
4 de julio, día de la Independencia. Atmósfera incomparable en San Francisco. Un hermoso día soleado como nunca antes se había visto, con fanáticos entrando al campo como nunca lo habían hecho. Los aficionados comenzaban a llegar y las gradas se llenaban de gente con las caras pintadas de rojo, blanco y azul, cantando. Unos coros que casi ni los brasileños, tan estridentes como son en su competición por excelencia, podían camuflar.
Pero la alegría duró poco cuando, tras los tres pitidos finales, el colegiado sentenciaba la eliminación de los locales en el mundial. Brasil había ganado 1-0 y las esperanzas de los estadounidenses se habían hecho añicos.
Sin embargo, pese a la eliminación, y como reflexionaba Balboa, “Lo importante para todos nosotros fue que introdujo el fútbol en todo Estados Unidos, especialmente cuando la liga planeaba comenzar dentro de un año y medio de la Copa del Mundo. Abrió la puerta para todos: patrocinadores, fanáticos. Si no fuera por lo que hicimos en 1994, no estoy seguro de que hoy estaríamos aquí con la MLS. Muchos se hicieron fans del fútbol por ese Mundial. Cuando nos repartimos por varios equipos, la gente nos conocía, la gente no iba a ir al estadio a ver desconocidos”. Sin duda, una selección para el recuerdo.