Última actualización abril 11, 2020 por Javier Argudo
Todos los aficionados al fútbol tienen en mente el trofeo de la Copa del Mundo, esas figuras doradas sosteniendo una bola planetaria. Pero este no ha sido siempre el premio que ganaba la selección vencedora de cada Mundial; antes estuvo la Copa Jules Rimet, que cumplió esa función hasta 1970, y que tuvo una vida más bien agitada.
Cuando se puso en marcha el Mundial de Uruguay en 1930, se decidió que se entregaría un trofeo al ganador. Para ello se creó una copa de 3,8 kilos y 35 centímetros de plata de ley chapada en oro obra del escultor Abel Lafleur. Posteriormente, el trofeo pasó a llevar el nombre del mandatario futbolístico que puso en marcha el campeonato, el francés Jules Rimet.
Una escultura dorada pensada para lucirse en vitrinas con honores, pero que durante varios años estuvo metida en una caja de zapatos. Italia tenía el trofeo después de haberlo ganado en 1938 y el italiano Ottorino Barassi, vicepresidente de la FIFA, se ocupó para que no cayera en manos de las tropas de ocupación durante la Segunda Guerra Mundial. Para eso se lo llevó a su casa y lo escondió en una caja debajo de su cama durante aquellos difíciles años.
LA COPA JULES RIMET ROBADA
Las aventuras y desventuras de la copa tuvieron un hecho destacado en 1966, cuando Inglaterra la exponía en la previa del Mundial que acogería el territorio que inventó el fútbol. Un día el trofeo desapareció, ya no estaba, lo habían robado. Pero apareció unos días más tarde y quien la encontró fue Pickles, un perro. Su dueño se dio cuenta que el can se había fijado en un punto al lado de un árbol, y allí estaba enterrada la representación de la diosa griega de la victoria Niké sosteniendo una copa.
La jubilación de la Copa Jules Rimet llegó en 1970, cuando Brasil se la quedó en propiedad como premio al ganar su tercer mundial. Entonces de creó el actual trofeo que se otorga cada cuatro años a la selección que ocupa en ese momento el trono mundialista.
Pero la copa original que lleva el nombre del antiguo mandatario de la FIFA ya no existe. El año 1983 volvió a ser robada, en Río de Janeiro, y esta vez no ha vuelto a aparecer, por lo que se supone que fue fundida para conseguir sus metales preciosos. Lo que tiene ahora la Confederación Brasileña de fútbol es una réplica. La original ya solo queda en la historia.