Última actualización marzo 27, 2020 por Javier Argudo
El Mundial de Argentina 1978 fue el primero que levantó el combinado albiceleste en toda su historia. Aquel campeonato estuvo lleno de anécdotas e imágenes para la historia. Hoy recordaremos una muy especial: El abrazo del alma.
Como decimos, la edición de 1978 estuvo rodeada de un contexto histórico bastante peculiar. Argentina estaba sumida en la dictadura de Videla y el fútbol era el escape para una sociedad que vivía una de las etapas más oscuras de su historia.
El combinado dirigido por César Luis Menotti fue de menos a más en aquel Mundial. Lo cierto es que Argentina lo pasó bastante mal y llegó a rozar la eliminación. De hecho, el partido contra Perú levantó todo tipo de sospechas ya que los locales necesitaban una victoria holgada contra un rival que, por aquel entonces, era bastante duro. El 6-1 final fue, para muchos, un amaño en toda regla.
Sea como fuere, el caso es que el equipo liderado por Mario Alberto Kempes alcanzó la final. Su rival no era cualquiera. Holanda había deslumbrado al mundo cuatro años antes. Sin embargo, en esta ocasión le falta su principal estrella, Johan Cruyff, que decidió quedarse en casa por motivos personales, como ya explicamos en este otro artículo.
El partido finalizó con empate a uno y el campeón se tuvo que decidir en la prórroga. Ahí los argentinos fueron mejores y lograron la victoria por 3-1. Con el pitido final se produjo la imagen que pasó a la historia. Tarantini se arrodilló en el césped y se fundió en gran abrazo con el portero Ubaldo Fillol. En ese preciso instante un espontáneo, hincha de Argentina, se unió a ellos.
La imagen, captada por el fotógrafo Ricardo Osvaldo Alfieri, no hubiera tenido mayor repercusión si no fuera porque el hincha, Víctor Dell’Aquila, no tenía brazos ya que los había perdido de niño. El abrazo del alma, como fue conocido este gesto, todavía nos llega al corazón cuando lo vemos.
El protagonista de aquel abrazo cuenta en una entrevista en El Gráfico la secuencia de lo ocurrido aquel dia: «Estaba en la platea que está sobre Figueroa Alcorta, cuando faltaba poco para terminar el partido me fui bien abajo y me senté. En esa época era un pendejo, pesaba 50 kilos y tenía un buen estado. Cuando vi que el referí levantó la mano, pasé los pies, flexioné y ¡tac! Caí paradito. Pero seguían jugando, habían adicionado minutos. Entonces caminé despacito y me puse al lado del palo de Fillol. Y cuando tocó pito el juez salí corriendo en busca de alguien a quien abrazar. En un momento, Tarantini se arrodilló como rezándole a Dios. Fillol hizo lo mismo y se abrazaron. Justo llegué yo. Me frené y las mangas se fueron para adelante. Y ahí Alfieri sacó la foto. Yo la tengo dedicada por él»