Última actualización abril 27, 2020 por Javier Argudo
Es cierto que Messi le ha superado como máximo goleador histórico de la selección argentina, pero Gabriel Omar Batistuta todavía posee un récord que ni ‘La Pulga’, ni Kempes ni el mismísimo Diego Armando Maradona ha logrado arrebatarle: ser el máximo goleador de Argentina en la historia de los Mundiales.
Batistuta fue uno de los mejores delanteros de su época tanto a nivel de clubes como en su selección. Estuvo presente en tres citas mundialistas (USA ’94, Francia ’98 y Corea y Japón ’02), anotando la cifra de 10 goles en 12 partidos. A pesar de sus buenas actuaciones a nivel personal, a Argentina no le fue demasiado bien en ninguno de los tres, cayendo en cuartos de final en Estados Unidos y Francia y no pasando de la primera fase en Corea y Japón.
BATISTUTA HACE CAMPEÓN A ARGENTINA
Sin embargo, sí tuvo éxito con su selección en la Copa América, logrando ser campeón en dos ocasiones, la primera de ellas en Chile en 1991 y la segunda en Ecuador en 1993. Además, logró una Copa Confederaciones en 1992 completando tres años mágicos antes de sus primeras experiencias en un Mundial. Fue máximo goleador de la Copa América en dos ocasiones (1991 y 1995) y de la Copa Confederaciones (1992).
El jugador de Santa Fe tuvo una carrera muy prolífica en cuanto a goles en los respectivos clubes que jugó, logrando una cifra bien redonda (300) en Newell´s, River Plate, Boca Juniors, Fiorentina, Roma, Inter y Al-Arabi donde terminó colgando las botas. De hecho, en el conjunto viola logró la friolera de 207 goles convirtiéndose en el máximo goleador de la historia del club.
En cuanto a sus títulos a nivel de clubes, Batistuta logró 1 Liga con la Roma, 1 Copa con la Fiorentina y 2 Supercopas (Fiorentina y Roma). Además de ser campeón de Argentina con River Plate en 1990. Sin duda, una carrera prolífica de un jugador que está considerado uno de los 100 mejores de toda la historia.
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Con todo esto, llama poderosamente la atención que Batistuta manifestara en distintas ocasiones que no le agradaba demasiado el fútbol. Lo hacía maravillosamente bien en el terreno de juego, pero no era, ni mucho menos, un amante del juego sino que lo veía, más bien, como un trabajo.
Por si fuera poco, una vez retirado, tuvo serios problemas y dolores debido a lesiones que arrastró en sus últimos años como profesional. El sufrimiento era tal que, en un momento de desesperación, llegó a pedir a su médico que le amputara las piernas. Por suerte, terminó superando estos problemas y, en la actualidad, hace una vida totalmente normal.