Última actualización marzo 11, 2020 por Javier Argudo
Hoy os traemos una historia de esas que llaman a atención y que podemos calificar de curiosas. La Liga española se creó en la campaña 1928-1929 y desde entonces hasta hoy se han celebrado, como es lógico, todos los partidos que estaban programados. Todos excepto uno, que debía disputarse en la temporada 1979-1980 pero jamás se jugó.
Aquel día debía disputarse un partido entre dos equipos que ya no existen, el CD Málaga y la AD Almería, que militaban ambos en Primera División. Los malaguistas luchaban por evitar el descenso y llegada la jornada 25 disputaban un partido muy importante en La Rosaleda contra el Rayo Vallecano que también habitaba los puestos bajos de la clasificación.
El partido finalizó con victoria visitante por 1-3 con una gran polémica arbitral que provocó la caída de alguna valla en el estadio y el lanzamiento de numerosos objetos al terreno de juego por parte del más que enfadado público asistente. El comité lo tuvo claro y decidió cerrar el estadio malaguista por lo que el equipo debería disputar siguiente encuentro contra el AD Almería en Algeciras. Fue entonces cuando la directiva malagueña decidió no viajar y el partido se le dio por ganado al Almería.
EL PARTIDO FANTASMA
Lo curioso del asunto, como hemos dicho al inicio del artículo, es que nunca se ha establecido un resultado para dicho encuentro por lo que se puede calificar como un «partido fantasma» que nunca se ha disputado y si observamos una clasificación de aquella temporada 1979-1980 ambos equipos aparecen con un partido menos con la liga finalizada.
El CD Málaga además fue sancionado con tres puntos que le fueron restados de su casillero y finalizó la temporada como colista de Primera descendiendo irremediablemente. La AD Almería, por su parte, logró una meritoria décima posición que le permitió continuar en la máxima categoría.
Después de tantos años este sigue siendo el único partido de la historia de la liga que sigue sin disputarse. Por aquel entonces, el presidente Federico Brinkmann y el vicepresidente Pérez-Gascón tomaron una decisión que pudo ser clave en el futuro del club malaguista ya que todavía quedaban partidos por disputarse y además de perder el partido le fueron restados puntos que quizás podrían haber servido para lograr la permanencia pero prefirieron mostrar así su descontento con las actuaciones arbitrales sufridas esa temporada de esta manera tan inusual.