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Las primeras mujeres directivas del fútbol español

Última actualización marzo 8, 2020 por Javier Argudo

El hecho de no haber tomado parte en el primer campeonato de Primera División de 1928 y la profesionalización de los futbolistas, sumió al Real Sporting de Gijón en una grave crisis económica pese a los ingresos obtenidos por la celebración del partido internacional contra Italia. En junio de 1930, el Ateneo Obrero de Gijón acoge una junta general de socios y allí, a iniciativa de Ismael Figaredo, se aprueba la creación del Grupo Auxiliar del Sporting, el G.A.S., un grupo de veinticinco socios que se hacen cargo de la gestión del club y de buscar, paralelamente, nuevos ingresos.

Al frente de este grupo rector del club se ponen Pedro Garnung Portilla, Enrique Juanes Gallego y Sergio Villaverde Lavandera. Para formar parte de él es imprescindible ser socio del club y aportar 25 pesetas. El 5 de noviembre del año 1933, se acuerda renovar y ampliar la cuota de aportación a 1.000 pesetas por cada miembro. El Sporting tiene una deuda cercana a las 200.000 pesetas y un futuro incierto. En ese año se incorporan tres mujeres al grupo de trabajo del G.A.S.: Inocencia Hulton, Herminia Rodríguez y María Elvira Sampil de Morán.

LAS PIONERAS DEL FÚTBOL ESPAÑOL

Hasta ese año sólo el Real Madrid (por aquellos entonces Madrid F.C.) y el F.C. Barcelona habían contado con una mujer en su directiva. En 1924 se nombró como “vocal femenina” a Josefa Gomar con el cometido de fomentar el deporte femenino y el madridismo entre las mujeres, lo mismo hace el club catalán con la polifacética deportista Ana María Martínez en 1928, que pasa a hacerse cargo de las escasas secciones femeninas del club. En el año 1934, el club azulgrana nombra vocal de pleno derecho para tratar todo tipo de cuestiones a la referida atleta y el Sporting de Gijón nombrará también directivas de pleno derecho, con el cargo de vocales, a las tres mujeres ya mencionadas. Son, por tanto, pioneras en el fútbol español.

Ino Hulton era una persona extremadamente activa en la vida social gijonesa de la época. Había organizado rifas para las familias desfavorecidas de la ciudad, contando siempre con la ayuda de su tío Federico Hulton González-Posada, que era secretario de la Junta del Puerto de Gijón. Los empleados del puerto y el abundante tránsito de personas hacían del puerto un punto de venta jugoso para los nobles intereses de Ino Hulton y los suyos.

El 3 de abril de 1931 había organizado, participando en la representación, la obra “El alfiler” de Pedro Muñoz Seca. A tal efecto, había contado con la ayuda del periodista Vicente Innerarity y del concejal de festejos Félix Guisasola. Ellos le habían abierto las puertas del consistorio gijonés y, con ello, la ayuda del alcalde Claudio Vereterra y su sucesor, Isidro del Río. Para la representación de la obra también habían conseguido la ayuda del propietario del Teatro Dindurra, Manuel Sánchez Dindurra, alquilándoles el local a un precio muy inferior al habitual.

El Ayuntamiento corrió con los gastos de cartelería publicitario. Ino Hulton, junto con su hermano Anselmo y Andrés Monreal, consiguieron recaudar, después de descontar los gastos, cerca de 3.495,30 pesetas. La cantidad era notable para la época, especialmente si lo comparamos con lo recaudado simultáneamente para el mismo fin por el cuerpo de bomberos local, que apenas alcanzó las 300 pesetas. Así, con las exitosas experiencias vividas en el pasado y debido a la enorme crisis económica que ahogaba al club, Hulton propone, con el respaldo de sus compañeras, realizar una serie de actividades para conseguir un dinero que se precisaba con urgencia para abordar al menos la temporada.

Se organizaron verbenas en el Salón Japonés, fiestas en los salones del café Richmond, que era un local famoso por su amplia carta de cócteles ingleses que hacían las delicias, muy especialmente, de las jóvenes gijonesas, una novillada de ayuda al club en la plaza de El Bibio, así como una arriesgada propuesta que, en principio, no contó con el respaldo de toda la directiva: realizar una obra de teatro.

Con el apoyo de Ismael Figaredo, la propuesta de Ino Hulton se lleva a cabo y con la aprobación, poco antes de fallecer, del que fuera propietario del teatro Dindurra, Manuel Sánchez Dindurra. La obra, “Don Juan Tenorio”, está representada por gijoneses y ninguno de ellos es actor: la propia Hulton interpreta el papel de Doña Inés y el futbolista Ramón Herrera, el de Don Juan, Félix Rotaeta interpreta a Don Luis y Patricio Rubiera, delantero sportinguista, hace lo propio en el de Ciutti.

La representación teatral es un éxito total y se venden las mil doscientas localidades disponibles y supone una inyección de dinero importantísima para el club. Aunque la deuda sigue siendo muy elevada, ayuda a cubrir el presupuesto de la temporada, hasta tal punto, que el club crea un comité técnico formado por tres ilustres ex-jugadores (Manolo Meana Vallina, Emilio Morán Vigil y Baldomero Bango García) con el fin de que busquen fichajes baratos que pudieran rendir en el Sporting y encuentren entre los jóvenes de la cantera a jugadores aptos para disputar partidos con el primer equipo.

EL FICHAJE DE MANUEL CHORENS

La caja existente no daba para mucho y la falta de dinero impidió al Sporting fichar ese año, salvo la llegada del gallego nacionalizado cubano Chorens, que ni siquiera llegó a debutar ni tampoco a adaptarse mínimamente al club. Manuel Chorens, nacido en La Coruña, pero afincado en Cuba desde niño, llegó a jugar con la selección cubana el Mundial de Francia de 1938, ejerciendo de capitán en los tres encuentros que disputaron.

Era lateral izquierdo y fue internacional por Cuba en treinta y dos ocasiones. El hispanocubano llegó a Gijón, proveniente de La Habana, el 31 de enero de 1934 en el trasatlántico Cristóbal Colón, fichando por el Sporting el mismo día de su llegada. En marzo abandonó el club sin haber disputado ni un solo minuto y con la polémica generada por unas desafortunadas palabras en una entrevista para el periódico deportivo As. Tras su fracaso en Gijón volvió para Cuba fichando nuevamente por el Centro Gallego de La Habana, su club de procedencia.

Los problemas económicos afectaban, pues, a lo deportivo y sólo se contaba con quince futbolistas profesionales (dieciséis si incluimos la corta estancia del inédito defensa del país caribeño) y el resto de la plantilla se cubrió con futbolistas de los equipos filiales hasta llegar a los veinticinco utilizados a lo largo de la temporada. Nueve jugadores de los filiales tuvieron opción de jugar algún partido esa temporada en el primer equipo. Pero el primer gran fracaso deportivo no era lo más importante en un Sporting acuciado de serios problemas económicos y, el 12 de julio de 1934, un día antes de la representación de la obra de teatro ideada por Ino Hulton, pero ya con todo el “papel” vendido desde hacía semanas, se celebraron elecciones en el club.

Por primera vez, las socias rojiblancas tuvieron derecho al voto y ya comenzaban a ser un porcentaje, aunque minoritario, significativo en la masa social sportinguista y cada vez tomaban un mayor protagonismo. Las elecciones son ganadas por la candidatura de Emilio Tuya quien decidió incorporar a aquellas que tanto habían aportado, Ino Hulton, Herminia Rodríguez y Elvira Sampil, como vocales de su junta directiva. Como vicepresidentes fueron elegidos Alfonso Albo y Félix Guisasola, José Ramón Lueje fue escogido secretario, Emilio Suárez lo hizo como tesorero, Luis Álvarez como contador y Jesús de la Torre, Dionisio Nespral, Francisco Quirós, Ulpiano Vigil-Escalera, Benigno Morán, Fernando Villaverde, Emilio Morán y Rafael Fuente completaban la directiva en calidad de vocales.

Por primera vez unas mujeres entraban en la directiva del Real Sporting de Gijón, el club más importante ya de Asturias con una masa social que alcanzó los 2200 socios en 1936. Con el casi parón total que tuvo el club durante el periodo de la Guerra Civil, con la salvedad de algunos entrenamientos y algún partido disputado por el equipo filial rojiblanco, el Olympia, se recuperó la normalidad en el fútbol al término de ésta.

El Sporting disputa su primer partido contra el Círculo Popular de la Felguera un 8 de octubre de 1939. El 30 de enero de 1940, y por orden de las nuevas autoridades locales, se celebra una junta extraordinaria en el café Dindurra, local que fue propiedad del abuelo del legendario futbolista Cholo Dindurra. Allí, se cesa al completo a la directiva de Emilio Tuya y los responsables gubernamentales en Asturias nombran una nueva presidida por Secundino Felgueroso Fernández-Nespral, apoyado en la vicepresidencia por Dionisio Nespral, Roberto Vega en el cargo de secretario y Alejandro Roces como tesorero. Hubo que esperar hasta el 20 de noviembre de 1989, el día de las elecciones en las que Plácido Rodríguez Guerrero ganó (con el 77´82% de los votos) a José Luis Hevia Junquera, para que otra mujer volviera a ocupar un puesto de responsabilidad en el club. Margarita Díaz Braña fue nombrada tesorera de aquella nueva junta directiva.

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