Última actualización septiembre 15, 2021 por colgadosporelfutbol
Igor Lediakhov dejó huella en Gijón. Este futbolista ruso, que vistió la camiseta del Sporting en varias etapas y que comandó aquel ‘Sporting de los rusos‘ junto a Nikiforov y Cheryshev, también fue uno de los componentes de aquel Sporting de Gijón que fue uno de el peor equipo de la historia de la Liga. Una larga trayectoria como sportinguista que como si se tratara de un matriminio, tuvo momentos muy buenos y otros tantos bastante malos.
Igor Lediakhov, el Zar de Gijón
Con una carrera destacada en Rusia donde a principios de los años 90 era uno de los mejores jugadores de su país, Lediakhov, llegó casi por sorpresa en el verano de 1994 a Gijón. Su fichaje, venía avalado por grandes actuaciones en el Spartak de Moscú donde había ganado diferentes títulos y de su participación con la selección rusa en la Eurocopa de 1992 y el Mundial de USA 1994. Su aval era más que bueno para reforzar las filas del cuadro asturiano.
No en vano permaneció en Gijón hasta 2003 en dos etapas diferentes entre 1994 y 1998 y entre 1999 y 2003 mediando entre medias una cesión al Yokohama Flügels japonés en la temporada 98-99. En total, en sus 8 temporadas como sportinguista jugó 209 partidos oficiales y anotó 41 goles.
Salida a malas del Sporting en 2003
Su etapa en Gijón, donde desarrolló la mayor parte de su carrera no fue nada idílica. En 2003, con 35 años, salió del Sporting dirección a Eibar para jugar en Segunda. Igor Lediakhov no triunfó en una plaza como Ipurua en un equipo y un estadio lejos del que se conoce a lo que unido a su ya veteranía, provocó que su temporada no fuera nada del otro mundo. Pero esto no es lo que más se recuerda de aquello, sino su fea salida del cuadro rojiblanco.
El Sporting apartó a Lediakhov en 2002 ya que no contaba con el ruso. Por ello, el futbolista demandó al club y se acogió a esta cláusula para abandonar la disciplina gijonesa después de 8 años y marcharse al Eibar que no tuvo que pagar ni euro por su fichaje. Además, el Sporting tuvo que pagarle unos 500.000 euros dejando un sabor agridulce en la etapa del que fue uno de sus jugadores más icónicos sobre todo a mitad de los años 90.