Última actualización julio 28, 2023 por colgadosporelfutbol
La Copa del Mundo está llena de historias curiosas y anécdotas. Desde su primera edición en Uruguay en el año 1930 han sido 20 los campeonatos del mundo que se han celebrado alrededor del planeta y nos han dejado un sinfín de curiosidades que nos gusta recordar. En esta ocasión viajamos hasta aquel Mundial de Uruguay para analizar la primera final de la historia.
El Mundial de Uruguay 1930, el primer Mundial de la historia
Lo primero que debemos decir es que aquella, la primera Copa del Mundo de la historia, fue una edición con poca participación de países europeos debido a la distancia que había que recorrer hasta el país americano con una larguísima travesía en barco que además era muy costosa económicamente. Finalmente fueron cuatro las selecciones del viejo continente las que acudieron: Francia, Yugoslavia, Rumanía y Bélgica.
Las grandes favoritas eran Uruguay y Argentina que no decepcionaron y se plantaron en aquella final después de eliminar en semifinales por dos contundentes 6-1 a Yugoslavia y Estados Unidos. El encuentro entre ambas selecciones se convirtió en algo más que un partido de fútbol.
Para empezar, según contaron los integrantes de la selección albiceleste, tuvieron problemas para conciliar el sueño ya que los aficionados charrúas acudían al hotel donde se encontraban hospedados a molestar casi todas las noches, sabedores desde el principio que el campeón de aquel mundial se iba a decidir entre uruguayos y argentinos.
Los balones de la final del Mundial de 1930
La primera disputa que surgió en aquella final fue con qué balón debía disputarse el encuentro. En aquella época cada selección acudía a la cita con su balón. En la final, el colegiado del match decidió que se jugara con un balón la primera parte y con el otro la segunda. Decisión salomónica.
Al descanso Argentina vencía por 1-2 y era mejor que su rival. Sin embargo, los jugadores de la albiceleste se encontraban sometidos a una gran presión ambiental y, según se cuenta, en el vestuario alguno de ellos sentía verdadero miedo. Según parece, Paternoster llegó a decir a sus compañeros: «Mejor que perdamos o no salimos vivos de aquí». Monti, otro jugador argentino, llegó a declara que: «Ninguno de nosotros queríamos ganar aquella final por miedo a morir».
Sea como fuere, en la segunda parte Uruguay remontó el marcador y logró la victoria por 4-2 ante el delirio del público que acudió al Estadio Centenario de Montevideo aquel 30 de julio de 1930.