Última actualización noviembre 6, 2024 por Alberto Llopis
Roberto Baggio, Il Divin Codino («El Divino de la Cola de Caballo»), es uno de los mejores futbolistas italianos de la historia. Su estilo, técnica y habilidad lo han convertido en una auténtica leyenda. Desde sus comienzos hasta su carrera en la Serie A y la selección italiana, Baggio mostró una calidad que pocos han logrado igualar.
Los primeros pasos de Roberto Baggio en el fútbol
Nacido el 18 de febrero de 1967 en Caldogno, una localidad de Véneto, Italia, Roberto Baggio destacó desde pequeño por su talento y facilidad para jugar al fútbol. A los 15 años, fue fichado por el Vicenza, un equipo de la Serie C1, donde pronto comenzó a llamar la atención de clubes más grandes. Su estilo, marcado por el control del balón y una visión de juego impresionante, fue lo que hizo que muchos ya lo vieran como una promesa del fútbol.
Con solo 18 años, Baggio llegó a la Fiorentina, y aunque enfrentó una grave lesión de rodilla que casi lo retira, volvió con más fuerza y se ganó el corazón de los hinchas de Florencia. Su habilidad para driblar, crear oportunidades y marcar goles inolvidables lo convirtieron en una figura amada en el club.
Etapa en la Fiorentina y consagración en la Serie A
Baggio jugó para la Fiorentina hasta 1990, un periodo en el que se consolidó como uno de los mejores jugadores de la Serie A. En Florencia, perfeccionó su estilo, sumando técnica y agilidad a su juego. El traspaso de Baggio a la Juventus tras el Mundial de Italia 1990 causó controversia y protestas, una señal de lo mucho que lo apreciaban los aficionados de la Fiorentina.
En la Juventus, Baggio brilló en la Serie A y en competiciones europeas, ganando su primer Scudetto (campeonato de la Serie A), una Copa de Italia y una Copa de la UEFA. Estos logros sellaron su estatus como uno de los jugadores italianos más grandes de su tiempo.
El Balón de Oro de 1993: Reconocimiento mundial
El punto más alto de su carrera llegó en 1993, cuando fue galardonado con el Balón de Oro, que lo coronó como el mejor jugador de Europa. Ese mismo año, fue nombrado Mejor Jugador del Mundo por la FIFA. Su rendimiento en la Juventus y la selección italiana hicieron de ese galardón algo más que merecido.
Roberto Baggio en la selección italiana
Baggio fue clave en la selección italiana durante tres Copas del Mundo: Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998. En 1990, llevó al equipo hasta las semifinales en su país, siendo uno de los jugadores más destacados. Sin embargo, su participación en el Mundial de USA 1994 es quizá la más recordada, tanto por su genialidad como por la amarga final.
El penalti de 1994: el momento más doloroso
La final entre Italia y Brasil en 1994 terminó en tanda de penales. Aunque Baggio había sido el jugador más destacado para Italia, fue quien falló el penalti decisivo, dando el título a Brasil.
Ese momento marcó su carrera y quedó en la memoria de millones de aficionados. Pero más allá de ese error, el Mundial de 1994 fue la prueba de su capacidad para liderar y brillar en el escenario más grande del fútbol. Y es que Roberto Baggio fue posiblemente el mejor jugador de USA 94. Un mundial lleno de estrellas.
Últimos años en el calcio: Le quedaba cuerda en el Brescia
Después de su etapa en la Juventus, Baggio pasó por el AC Milan, donde ganó otro Scudetto, convirtiéndose en uno de los pocos jugadores en conquistar la Serie A con los dos grandes rivales. Luego jugó en el Bologna y el Inter de Milán, terminando su carrera en el Brescia en 2004. Allí, Baggio continuó mostrando su talento, convirtiéndose en una figura central para el club y sus seguidores. Y dejando unas cuantas exhibiciones de fútbol en sus últimos años.
Más allá del fútbol: la filosofía de Roberto Baggio
Baggio no solo fue un gran jugador, sino también una persona respetada fuera de la cancha. Su interés por la filosofía y el budismo, su humildad y su compromiso con causas humanitarias le ganaron el respeto de muchos. Su habilidad para superar momentos difíciles, como las lesiones y el famoso penalti de 1994, demuestran su fortaleza.
Baggio es recordado no solo por lo que hizo en el campo, sino por su calidad humana. Su legado es una lección de cómo enfrentar los desafíos con integridad, y de cómo el éxito verdadero también se mide en la huella que dejas en los demás.