Última actualización agosto 5, 2020 por Javier Argudo
Bulgaria logró la clasificación para el Mundial de Estados Unidos en 1994 en el último minuto del descuento. El gol de Kostadinov en París dejó fuera, ni más ni menos, que a la Francia de Cantona, Deschamps, Desailly o Ginola. Precisamente, este último, fue señalado por perder el último balón que propició la letal contra búlgara que acabó en gol.
De esta forma, Bulgaria se presentó en Estados Unidos sin ningún tipo de complejo. Dirigido por Dimitar Penev, aquel equipo era de lo más especial. Un grupo de guerreros que iban al frente a luchar como hermanos, a pecho descubierto, a tumba abierta, sin importarle el rival que tenían enfrente.
HRISTO STOICHKOV BOTA DE ORO
Así fueron dejando en el camino a selecciones tan potentes como Argentina (que estaba muy tocada después del positivo de su gran estrella, Diego Armando Maradona) o a la mismísima Alemania. No sería justo destacar a nadie por encima del resto, pero no cabe duda que Hristo Stoichkov era la gran estrella de ese equipo. No en vano, el delantero fue máximo goleador de aquella Copa del Mundo (comparatido con Oleg Salenko) con 6 goles. Además, recibió el Balón de Oro al mejor futbolista del momento.
Pero Stoichkov no estaba solo. Ivanov, Letchkov, Balakov o el ya citado anteriormente Kostadinov, integraban un equipo temible. Su forma de jugar era de lo más anárquica pero eso los hacía todavía mucho más peligrosos.
LA CONCENTRACIÓN DE BULGARIA
Según cuentan, su concentración en el hotel también era bastante atípica. Los búlgaros eran los únicos que estaban acompañados de sus mujeres (y los que no tenían se las buscaban), y no faltaba el alcohol y los puros. Para muchos puede sonar contraproducente, pero posiblemente esta fue una de las claves del éxito de Bulgaria.
Únicamente la Italia de Roberto Baggio (que había dejado fuera a España en el famoso partido del codazo de Tassotti a Luis Enrique) pudo acabar con el sueño de la banda de Stoichkov en semifinales. El tercer y cuarto puesto les enfrentó a otra de las revelaciones del torneo, la Suecia de Brolin y compañía, pero esa guerra ya no importaba a los búlgaros que se dejaron llevar y cayeron por un contundente 4-0.
Brasil logró un nuevo título ganando la final en la tanda de penaltis a los italianos. Pero siempre recordaremos a la selección de Bulgaria, la que nos enseñó que, en el fútbol como en la vida, todo es posible.