Última actualización septiembre 9, 2020 por Javier Argudo
El mundo del fútbol está lleno de expresiones y tópicos. Uno de ellos, que habrán escuchado en numerosas ocasiones, es el de ‘la suerte del campeón’. Hoy buscaremos el origen de esta frase que surgió, básicamente, por un hecho acontecido en la Eurocopa 1968.
Todo buen amante al deporte rey conoce los estereotipos de cada una de las grandes selecciones de fútbol. La furia española (recientemente mudada al tiki-taka), el fútbol total holandés, la garra uruguaya o la fortuna italiana.
La selección de Italia ha contado históricamente con grandes equipos, sin embargo, sus victorias se han basado normalmente en una sorprendente supervivencia.
Los equipos italianos han acostumbrado al aficionado a pasar rondas in extremis y acabar campeonando después de haberlos dado por muertos en más de una ocasión. Penaltis, goles en el descuento, paradas salvadoras, prórrogas extraordinarias… la supervivencia italiana se ha vestido de diferentes maneras aunque siempre guardando un patrón común: la competitividad; algo visto desde la acera de enfrente, la derrotada, como una enorme suerte. Pero, ¿cuándo empezó a labrarse dicha fama?
Para encontrar el primer ejemplo clarividente de dicha “fortuna italiana” hay que retroceder hasta verano de 1968. Se disputa la tercera edición de la Eurocopa en suelo transalpino. Un torneo que logrará levantar la selección local haciendo gala de una gran fortuna, a pesar de contar con un equipo de grandes estrellas como Sandro Mazzola, Gianni Rivera o Dino Zoff. En la propia final hizo gala de esta cualidad al vencer en un partido de desempate a Yugoslavia. Sin embargo el hecho decisivo que convertirá a la Azzurra en la “afortunada” ocurrió en las semifinales del torneo, cuando consiguió eliminar a la temida URSS -tras terminar el partido en empate- de una sorprendente forma: por un lanzamiento de moneda. Aquel día nació “la suerte del campeón».
https://youtu.be/6TEtPJ14BdY
(vídeo de Memorias del Fútbol)
Pero la suerte de Italia en aquella Eurocopa de 1968 no se quedó ahí. La azurra tuvo como rival a Yugoslavia en la final disputada en Nápoles. Los balcánicos ganaban por 1-0 a falta de muy poco para el final, pero una falta al borde del área a favor de los locales significó el empate con el que finalizó el encuentro.
La final necesitó de un partido de desempate, esta vez disputado en Roma, y los italianos lograron la victoria por dos goles a cero. De esta forma, a base de supervivencia, Italia lograba su primera y, hasta la fecha, única Eurocopa.