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Jorge Otero: «Jugar un Mundial es una sensación indescriptible»

Última actualización noviembre 1, 2019 por Javier Argudo

Fue uno de los integrantes de aquella selección que nos hizo soñar en el mítico Mundial de 1994 celebrado en Estados Unidos. Jorge Otero (nacido el 28 de enero de 1969 en Nigrán, Pontevedra) atiende la llamada de FUTBOLRETRO.ES para repasar su carrera deportiva.

Debut en Primera con tan sólo 18 años, imagino que toda una experiencia.

Pues sí, te puedes imaginar. Para un chico de la cantera hacer la pretemporada con el primer equipo del Celta, que era el equipo de toda mi vida, ya fue toda una ilusión. Por aquel entonces salía poca gente y fue todo un reto. Algunos me decían que no me hiciera muchas ilusiones, que siempre hacían lo mismo, íbamos 3 o 4 de la cantera pero luego nada. Sin embargo trabajé y tuve la suerte de quedarme. De hecho, esa primera temporada ya jugué de titular casi todos los partidos.

Supongo que muy agradecido a Maguregui, el entrenador que le dio esa gran oportunidad.

Por supuesto. Es el que confió en mí y le estaré eternamente agradecido. Además, como digo, en aquella época era bastante complicado dar el salto al primer equipo. Yo llevaba toda la vida en las categorías inferiores del Celta, desde alevines, y fue una felicidad enorme.

Curiosamente, su debut se produce en Sarrià contra el RCD Espanyol cuyo entrenador era Javier Clemente que, posteriormente, le llevó al Mundial de 1994 y a la Eurocopa de 1996. ¿Cómo era como técnico y en el trato personal?

Pues mira, la verdad es que tiene poco que ver con el Javier Clemente que se ve en los medios de comunicación. Un tío honesto y que te dice las cosas a la cara. Eso es algo que el futbolista siempre agradece incluso cuando te dicen que no cuentan contigo. Tenía las ideas muy claras, independientemente de si estás de acuerdo con su propuesta de juego. Yo le estoy también muy agradecido, obviamente.

Nunca jugué una Champions pero creo que estar en un Mundial es lo más grande para un futbolista»

Después de 7 temporadas en el Celta de Vigo, llega esa llamada para ir al Mundial. ¿Qué recuerdos tiene de aquello?

Pues imagínate. Uno nunca está del todo preparado para una cosa así. Por mucho que se hablaba de que estaba entre los candidatos a ir convocado, cuando te llaman y te lo dicen es una sensación increíble. Jugar en la selección y más aún ir a un mundial es complicadísimo. Llaman a 22 o 23 y hay más de 400 o 500 futbolistas seleccionables. Nunca jugué una Champions pero creo que lo de estar en un Mundial es lo máximo, una sensación indescriptible.

Para muchos, entre los cuales me incluyo, fue el mejor Mundial o, por lo menos, el más espectacular con esos estadios llenos y selecciones plagadas de estrellas.

Sí. Fíjate que se hablaba de que había cierto temor a que no se llenaran los estadios y fue todo lo contrario. Nosotros teníamos un gran equipo y sobre todo éramos un grupo de amigos que salíamos juntos en nuestro tiempo libre. Pudimos haber hecho algo muy grande en aquel campeonato pero la maldición de cuartos… la jugada de Julio (Salinas), el codazo de Tassotti a Luis Enrique… y otra vez para casa.

Desde que empezó aquel Mundial hasta el final, cada partido que pasaba habían más ‘perillas’ en la selección española. ¿A quién se le ocurrió?

Pues mira, si te digo la verdad no lo recuerdo con exactitud. Diría que fue Camarasa o Nadal y a partir de ahí poco a poco se fueron sumando Caminero, Alkorta, Goikoetxea, Salinas… a mi es que no me salía (risas).

En aquel verano le llega la oportunidad de fichar por el Valencia que tenía uno de esos presidentes ‘peculiares’, Paco Roig.

(Ríe) La verdad es que Paco era muy ‘echao palante’. Quería hacer un Valencia campeón que compitiera con los más grandes. Lo cierto es que estuvimos cerca del título pero fue el año del doblete del Atlético.

En Valencia coincide con Luis Aragonés en el banquillo. Un técnico muy importante también en su carrera.

Sí. Una persona espectacular. Yo creo que fue el gran artífice del éxito del fútbol español. Fue capaz de cambiar el chip y España dejó atrás esa mentalidad perdedora para, como decía él: ganar, ganar y ganar. Después del Valencia también me llamó para que fuera con él al Betis y cuando acabé contrato allí volvió a llevarme al Atlético. Otro que tenía muy claras sus ideas y también iba de frente con sus futbolistas a los que defendía a muerte.

Romario es el mejor futbolista que vi dentro del área»

Luis Aragonés y Romario la tuvieron fuerte en Valencia.

Eran dos personas con mucho carácter y chocaron. Con Luis éramos todos iguales y para jugar había que ganárselo, no importaba como te llamaras. Romario es el mejor futbolista que he visto dentro del área (aunque el que más me ha sorprendido ha sido Ronaldo Nazario). Pero es cierto que no era el tipo de jugador que trabaja para el equipo. De todas formas, por mucho que se diga, no era un ‘fiestero’. Salía como cualquier otro pero no bebía y se cuidaba muchísimo.

Además de Paco Roig, Jorge Otero tuvo de ‘jefes’ a Lopera y Jesús Gil, casi nada.

(Risas) En el Betis, Lopera era el rey. No se movía una silla sin que él lo supiera pero a nivel personal no tuve ningún problema. El problema de Jesús Gil es que decía lo primero que se le pasaba por la cabeza, sin importar si eso perjudicaba o no al vestuario y eso es complicado de llevar. Al final, como dices, son los jefes y uno tiene que aceptar su forma de actuar o irse.

Se llegó a dudar si un club como el Atlético debía celebrar un ascenso»

Imagino que eso de jugar en el Atlético de Madrid en Segunda División llevaba implícita una carga y una presión importante.

Por supuesto. Todos los equipos jugaban contra nosotros al 100% y eso lo complica todo muchísimo. Además, el año anterior no se logró ascender y cuando yo llegué la obligación era más grande todavía. Por suerte conseguimos el ascenso 3 o 4 jornadas antes de acabar la liga. Fíjate que se llegó a dudar de si un equipo como el Atlético tenía que celebrar un ascenso. Teníamos un gran equipo pero sobre todo una de las claves fue la afición que llenaba el Calderón cada jornada y viajaba a todos los estadios. Nos ayudó muchísimo.

En aquella época debuta un tal Fernando Torres con 17 años…

Correcto. Ahí sí que era un niño (bromea). Ya se le veía que tenía algo especial y que iba a ser determinante. Tenía todo, calidad, velocidad, regate, remate… además era y es una persona de 10. Nunca se lo tuvo creído y tanto cuando empezaba como ahora seguimos teniendo una gran relación. Un chico muy cercano y humilde que se merece todo lo que le ha pasado y todos los éxitos que ha logrado.

Finalmente, usted cuelga las botas en el Elche y comienza su etapa en los banquillos. ¿Es mejor ser futbolista o entrenador?

Yo si pudiera volver a ser futbolista no me lo pensaba dos veces (risas). Lo cierto es que un entrenador pasa todo el tiempo pensando en el fútbol. En preparar los entrenamientos, estudiar el rival… Cuando eres jugador vas a entrenar y cuando acabas te vas a casa y ya está. Hay mucha más presión cuando eres entrenador, sin duda.

¿Los que han sido futbolistas de élite lo tienen más sencillo para entrenar?

Es innegable que como carta de presentación sí. Cuando uno ha sido futbolista de primera se le abre la puerta más fácilmente pero luego hay que ganárselo y no te garantiza nada. Al final el entrenador depende única y exclusivamente de los resultados pero sí que es cierto que si has sido futbolista tienes ventaja ya que también sabes lo que piensa el jugador porque has estado en su lugar anteriormente y puede ayudarte a manejar determinadas situaciones.

Muchas gracias por su tiempo don Jorge Otero.

De nada, muchas gracias a vosotros y felicidades por vuestra página y por el trabajo que hacéis.

 

 

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