Última actualización enero 22, 2020 por Javier Argudo
¿Qué sería del fútbol sin el colorido y la pasión que le ponen las distintas aficiones de todo el mundo? Por mucho que se empeñen algunos, los aficionados son el gran motor de este deporte y la historia nos ha brindado muchas historias bonitas. Hoy hablaremos del origen del hermanamiento entre la afición del Valencia y la del tristemente desaparecido CD Logroñés.
Debemos remontarnos a la temporada 1986-1987. Para sorpresa de todos, el Valencia Club de Fútbol había descendido la campaña anterior a Segunda División. El conjunto che había coqueteado con el descenso unos años antes y finalmente se vio abocado a la categoría de plata del fútbol español. Sin embargo, la estancia de los valencianos en Segunda no pudo ser más breve y apenas un año después lograban el ascenso nuevamente.
Dirigidos por Alfredo Di Stéfano, los Sempere, Quique, Giner, Voro, Fernando o Subirats entre otros consiguieron ascender un 30 de mayo de 1987 en un partido contra el Recreativo de Huelva disputado en Mestalla (por aquel entonces denominado Luis Casanova). La afición del Valencia pudo disfrutar de una victoria por 2-0 con goles de Subirats y Quique Sánchez Flores. El equipo ya era de Primera División a falta de 3 jornadas para finalizar aquella famosa (y extraña) Liga del playoff.
De esta forma, el Valencia visitaba al mítico estadio de Las Gaunas dos semanas después sin jugarse nada. Todo lo contrario que su rival, el CD Logroñés que, para sorpresa de todos, acariciaba el ascenso a Primera División en caso de victoria. La afición del Valencia estuvo presente aquel 14 de junio de 1987 en Logroño y el recibimiento por parte de la hinchada local fue de lo más acogedor.
Como era de esperar, el CD Logroñés logró la victoria por 1-0 ante un rival que no opuso mucha resistencia. El tanto de los locales fue obra de Noly en el minuto 4 de partido y a partir de ahí… no ocurrió prácticamente nada. En la grada los aficionados del conjunto local cantaban ¡VALENCIA, VALENCIA! y viceversa. De esta forma, el equipo que por aquel entonces entrenaba Aranguren logró su primer ascenso y acompañó al Valencia a Primera División.
Desde aquel momento y siempre que ambos equipos se enfrentaron, las aficiones organizaron paellas y se recibieron de la forma más cordial tanto en una como en otra ciudad. Fue así como aquel 14 de junio de 1987 nació la historia de un hermanamiento muy conocido en el fútbol español que desgraciadamente quedó en el olvido debido a la desaparición del club riojano.