Las casas de apuestas y… ¿el primer partido amañado de la historia?

Las casas de apuestas y… ¿el primer partido amañado de la historia?
Plantilla del Manchester United en 1915. Marcados con un círculo rojo los futbolistas presuntamente implicados en el amaño de un partido y que fueron sancionados de por vida (EMPICS)

En un fútbol profesional desde 1885, como era el caso del inglés, y en un país de por sí aficionado a apostar, no es extraño que el primer caso conocido de corrupción y compra de partidos vinculados a las casas de apuestas se haya producido precisamente ahí, en la cuna del deporte del balompié.

En 1915 el fútbol estaba en plena ebullición. El mundo de las apuestas había saltado sobre él del mismo modo que antes lo habían hecho sobre las competiciones hípicas o el boxeo. Las pequeñas apuestas ilegales eran habituales en los pubs, pero eran en las ya legales casas de apuestas donde, de verdad, se movían cantidades importantes de dinero. No había ciudad o villa británica que no tuviera varias para jugarse unos chelines apostando en diversos deportes y juegos.

No vamos a suspender la liga por una guerra»

En el año 1915, pese a que la Primera Guerra Mundial, había estallado ya desde el anterior, la Asociación Inglesa de Fútbol, decidió continuar con las competiciones. “No vamos a suspender la liga por una guerra”, declaró el presidente de la federación, consiguiendo de su gobierno, además, que los futbolistas profesionales no pudieran ser llamados a filas hasta que la competición liguera 1914-15 finalizase. Una controvertida decisión que fue duramente criticada por parte de la sociedad británica del momento.

En cualquier caso, el 3 de abril se disputaba la última jornada liguera. Un Liverpool en la zona media de la tabla, y que no se jugaba nada, acudía a la cercana Manchester para enfrentarse al United que se disputaba el descenso en un duelo indirecto con el Chelsea londinense para acompañar al Tottenham Hotspur a la First Division, la segunda categoría del fútbol profesional inglés.

EL LIVERPOOL CLARO FAVORITO PARA LAS CASAS DE APUESTAS

Las casas de apuestas daban como claro favorito al Liverpool, equipo que, además, se presumía vendría a hacer sangre de sus vecinos y ya enconados rivales de Manchester. Pero no sucedió tal cosa. El Manchester United venció por 2 a 0, un resultado que se pagaba en las casas de apuestas británicas 7 a 1.

El partido había sido escandaloso, según las crónicas de la época, algunos jugadores del Liverpool habían mostrado una actitud indolente, como si el partido no fuera con ellos y el rival no fuera el United. Se había dado, además, una extraña circunstancia en el encuentro. El colegiado pitó un penalti a favor de los visitantes, que fue lanzado de forma grotesca por Jackie Sheldon, quien impidió que su compañero habitual en los lanzamientos de penas máximas, O’Connell, designado por el entrenador para efectuarlo, lo tirara.

Las investigaciones de la propia Asociación Inglesa de Fútbol y del diario The Guardian, llegaron a localizar el germen del extraño comportamiento de jugadores de ambos equipos. Siete de ellos, habían realizado unas importantes apuestas en una casa de un pueblo entre Liverpool y Manchester. El responsable identificó a los jugadores y con el agravante para West de que las apuestas se habían hecho en su pueblo natal, Hucknall, donde no habían pasado, precisamente, desapercibidos.

Los implicados fueron Sandy Turnbull, Arthur Whalley y el goleador Enoch West, por parte del Manchester United, y Tom Fairfoul, Tom Miller, Bob Purcel y Jackie Sheldom, el sospechoso lanzador del penalti, por parte de los “reds”. En diario The Guardian dedicó durante semanas importantes espacios al escándalo deportivo más importante habido hasta la fecha. El reconocimiento por parte del corredor de apuestas y las sospechosas actitudes de jugadores como West, máximo goleador de la liga inglesa en el Nottingham Forest pocos años antes, renunciando a avanzar en algunas ocasiones manifiestas de gol o fallando remates claros, implicaron al resto.

LOS FUTBOLISTAS IMPLICADOS, SUSPENDIDOS DE POR VIDA

La Asociación Inglesa de Fútbol suspendió a los siete jugadores a perpetuidad. Pese a ello, el resultado se dio por válido y el Chelsea bajó a la First Division (descenso que no llegaría a hacerse efectivo al aumentar de 20 a 22 los equipos de la liga inglesa al término del conflicto bélico). Al finalizar la guerra y retomarse la competición liguera, cinco de los afectados fueron amnistiados al reconocer su trampa y pedir públicamente perdón y otro, alistado en el ejército, falleció en Francia durante la contienda, Turnbull. No sucedió lo mismo con Enoch West, que siguió negando su vinculación en la trama y reclamando su inocencia. Alegaba que los balones lanzados a la grada no tenían otro objeto que el de ganar tiempo, despejar y mantener la victoria que les dejaba en la máxima categoría.

Reconoció haber estado con los jugadores tomando algunas pintas, pero que era ajeno a cualquier amaño. No pidió perdón y se mantuvo su sanción hasta que en 1945 un juzgado de Manchester le dio la razón, declarándole inocente del amaño y subrayando que no había habido pruebas concluyentes para su condena deportiva. El simple hecho de estar con determinados jugadores no probaba que él hubiera participado de la trama y la Asociación de Inglesa de Fútbol fue condenada a readmitirle y a limpiar públicamente su nombre. En noviembre de 1945 recibió la carta por la que se dejaba sin efecto la sanción de 30 años que había padecido (la más larga del fútbol británico) y se le informaba de que tenía libertad para tramitar ficha por cualquier equipo inglés sin restricción alguna. Evidentemente, no sucedió tal cosa, West estaba a poco más de tres meses de cumplir los sesenta.

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