Última actualización noviembre 4, 2020 por Javier Argudo
No todos los días se ficha a un campeón de Europa. Eso debieron de pensar los aficionados azulones cuando se anunció, durante el verano de 1991, la incorporación de Marius Lacatus al Real Oviedo, momento exacto en el que el rumano se convirtió en ídolo de la hinchada.
Procedía nada más y nada menos que de la Fiorentina en una época en la que el Calcio aglutinaba a gran parte de las estrellas balompédicas. El haber levantado la Orejona con el Steaua de Bucarest tras haberse convertido en el primer goleador en una tanda de penaltis de la historia de la competición, había sido mérito suficiente para entrar en el olímpico italiano del fútbol. Sin embargo allí no triunfó: 3 goles en 23 partidos.
De esta forma aterrizó en Asturias precedido por su gran fama de exitoso delantero y de leñero de época. Nacido en la región de Transilvania, parecía haberse impregnado de la leyenda negra del conde Drácula. Seguramente para Paco Jémez, de gallardía contrastada, el bueno de Lacatus rebajaba a mero aficionado en la vileza, a su compatriota de colmillos afilados: “Yo tenía amistad con Carlos Muñoz y éste me dijo: «Paco, ten cuidado con el rumano que es más hijo de puta que la madre que lo parió»”. Aunque estaba llamado a ser figura de uno de los mejores Real Oviedo de la historia, futbolísticamente no dio todo lo que se esperaba de él y su trayectoria carbayona quedó emborronada tras una expulsión absurda que precipitó la eliminación del equipo a las primeras de cambio, en la única participación europea de su historia.
Siempre rodeado de polémica por su dureza en el campo y por sus declaraciones salidas de tono, como cuando aseguraba que tras cada comida se fumaba un cigarro “pero siempre light” –se excusaba- o cuando justificaba su irregularidad durante los entrenamientos indicando que había días en los que no le apetecía ejercitarse; Marius Lacatus terminó de elevarse a futbolista mítico del Real Oviedo al celebrar con inusitada vehemencia la eliminación del Sporting de Gijón en copa de la UEFA en Bucarest. De permiso en su tierra natal, Lacatus acudió al estadio a presenciar el encuentro, terminado el mismo saltó al césped a abrazar uno a uno a sus compatriotas del Steaua. Su efusividad conmovió de tal manera a los oviedistas que perdonaron ipso facto todos los pecados.
Su aventura en la Liga española duró dos temporadas, ambas en el equipo asturiano, con un balance de 11 goles en 61 partidos oficiales disputados.