Última actualización agosto 7, 2020 por Javier Argudo
El futbolista Ricky George, que en 1972 marcó el tanto legendario que sirvió para que el modesto Hereford eliminase al millonario Newcastle de la FA Cup inglesa, trabajaba de representante comercial de la casa Adidas. En esa época la mayoría de futbolistas de élite ingleses usaban ya la marca alemana por la calidad de la marca, el resto de jugadores calzaban diferentes firmas más modestas o directamente usaban botas artesanales, hechas a medida.
Todas ellas tenían una característica común: eran completamente negras, como marcaban los cánones futbolísticos de la época. Por el contrario, Adidas habían incorporado el blanco con sus tres famosas franjas. Las botas las compraban, por aquellos entonces, los propios clubes o los mismos jugadores, dependiendo del gusto y la tradición de ambos, pero nunca pagaba una marca por usarla, salvo la excepción de la casa germana Hummel que firmó un contrato con el centrocampista internacional del Everton, Alan Ball, que en 1970, además, saltó al campo con unas de color blanco.
Ricky George era un potente interior derecho surgido de la cantera del Tottenham Hotspur. Pese a su prometedor futuro no había conseguido dar el salto al primer nivel, deambulando por equipos de segunda fila hasta llegar a fichar por el Hereford United, equipo del quinto nivel del fútbol inglés. En la temporada 1971-72 llegó el mayor éxito deportivo de su carrera. El destino hizo que al modesto club le tocara en el trofeo copero todo un Newcastle United, conjunto al que lograron eliminar tras derrotarles por 2 a 1, con goles de Ronnie Radford y el propio Ricky George.
La victoria del modesto club cubrió de fama al futbolista (el equipo cayó en la siguiente eliminatoria a manos de West Ham) y Adidas relanzó su vínculo profesional con el centrocampista amateur, convirtiéndole, en ese mismo 1972, en relaciones públicas de la empresa y encargándole que los principales futbolistas ingleses usaran botas de su marca en algunos partidos televisados, incluidos todos los futbolistas de la selección inglesa en aquellos encuentros que disputaran en casa. Cada jugador cobraría 75 libras por partido.
George aceptó de buen grado su nueva tarea que conllevaba el tratar con las más grandes figuras y el honor de acceder al vestuario de la selección inglesa. Allí, a aquellos futbolistas del combinado nacional que, por diversas razones, preferían no usar las botas alemanas y optaban por el calzado que llevaban habitualmente (completamente negro) les pintaba de blanco las tres líneas características de Adidas, para que dieran el pego ante las cámaras de televisión.
Con esas setenta y cinco libras comenzó todo hasta llegar a la explosión comercial de merchandising que vive el fútbol de hoy. Respecto a Ricky George, con el empuje de Adidas y su repercusión mediática se convirtió en un conocido hombre de negocios. Tocó distintos “palos”, desde el mundo de los caballos y las apuestas, hasta corredor de bolsa y agente de la propiedad inmobiliaria. Este último, le llevó a prisión en agosto del 2018 (junto con su hijo Adam) con una condena de dos años por la venta fraudulenta de una casa, realizada por los George junto a un familiar del propietario, pero sin la autorización expresa ni el conocimiento de este.
Aun así, para los aficionados del extinto Hereford United siempre quedará su nombre ligado al recuerdo de su gol, el momento más importante de la larga historia de un club fundado en el año 1924 que desapareció, sumido en deudas, en el año 2014. Eso sí, para el recuerdo siempre quedará su histórica hazaña, posiblemente, la mayor sorpresa de la historia de la FA Cup.