Última actualización julio 30, 2023 por colgadosporelfutbol
Llegaban a la final de París dos equipos muy distintos. El Liverpool, que había sido campeón de Europa en las finales de 1977 y 1978 y que lo sería después en esta de 1981 y en 1984. Un equipo muy potente que contaba con jugadores de gran nivel como Kenny Dalglish, Alann Kennedy, Graeme Souness, David Johnson o Sammy Lee.
Por su parte, el Real Madrid se había plantado en la final con un equipo con menos talento de lo habitual y con jugadores ‘currantes’ del fútbol que habían dado la sorpresa eliminando en semifinales al Inter de Milan. Era el Madrid de ‘los Garcías’ (García Cortés, García Navajas…) y que contaba con jugadores como Camacho, Santillana, Stielike, Juanito o el propio Vicente Del Bosque, todos ellos entrenados por Vujadin Boskov.
El 27 de mayo de 1981 se enfrentaron en el Parc des Princes de París ambos conjuntos. El técnico serbio del Real Madrid decidió plantear un encuentro muy cerrado con marcas individuales para tratar de frenar a un equipo muy ofensivo como era aquel Liverpool dirigido por Bob Paisley. Incluso Camacho se encargó de perseguir por todo el campo a Souness, uno de los futbolistas con más talento del conjunto red.
El Liverpool campeón de Europa
El encuentro fue bastante igualado con poquísimas ocasiones para ambas escuadras. El conjunto blanco apenas tuvo una ocasión en las botas del propio Camacho que delante del portero Ray Clemence lanzó una vaselina que se marchó por encima del larguero. Fue muy al final, en el minuto 82, cuando el lateral izquiero del Liverpool Alan Kennedy, aprovechando un error de la zaga madridista, lanzó un trallazo con la zurda ante el que no pudo hacer nada el portero español Agustín.
Durante muchos años esa fue la oportunidad perdida por el Real Madrid de ganar una Copa de Europa en color, después de haber ganado las 6 que el club se adjudicó en los años 60. No fue hasta 1998 que el club merengue volvió a tener la oportunidad de alzar ‘La Séptima’ y a partir de ahí otras muchas, pero sin duda, aquella final perdida en 1981 marcó a una generación tanto de aficionados como de futbolistas del club blanco.