Última actualización abril 2, 2019 por Javier Argudo
El 21 de marzo de 1993 fue un día inolvidable para un servidor. Aquella tarde se enfrentaban el Hércules CF y el Levante UD en el Estadio José Rico Pérez en un partido correspondiente a la jornada 29 del Grupo III de la Segunda División B.
Muchos pensarán que el encuentro no era el más glamouroso y que el escenario tampoco era para echar cohetes pero para los ojos de un niño de 10 años aquello era como una final de Champions League.
Para empezar, al igual que el estadio del Levante que era el único que había conocido hasta entonces, el feudo herculano era enorme para la categoría de bronce que acogía a ambos conjuntos en aquella época.
Hércules y Levante eran dos gallitos que buscaban escapar del pozo de la Segunda B donde habían caído recientemente. Los alicantinos lo lograrían esa misma temporada, los granotas tendrían que esperar tres largos años más.
QUINI VS RODRÍGUEZ
Al poco de comenzar, el conjunto visitante ya había dado dos zarpazos casi letales a su rival por medio de su gran estrella, Joaquín Béjar Quini. El atacante azulgrana marcó dos goles que dejaron helada a la parroquia herculana.
Sin embargo, aquel iba a ser un partido cargado de emoción y aunque al descanso el marcador seguía siendo de 0-2 para el los visitantes, en la reanudación la cosa cambiaría radicalmente.
Paco López, delantero herculano y actual entrenador granota, sería sustituido por lesión por Paco Luna. A partir de ahí una figura emergió por encima del resto y se empeñó en rivalizar con Quini por ser el hombre del partido: Eduardo Rodríguez.
El máximo goleador de la historia del club herculano anotó dos tantos que servían para dar la vuelta al marcador y llevar la locura a las gradas.
Con el pitido final, aquel niño de 10 años al que el gusanillo del fútbol ya había picado años atrás, regresó a casa tratando de procesar todo lo que había vivido en el José Rico Pérez de Alicante.
Cierto es que no había visto a los mejores futbolistas de la Liga española del momento pero aquel estadio, aquel ambiente y el duelo entre dos de los máximos goleadores de la historia de ambos clubes fueron más que suficientes. Tarde de FÚTBOL con mayúsculas, independientemente de la categoría que fuera.