Última actualización octubre 19, 2019 por Javier Argudo
Era media tarde de un caluroso día del mes de abril. Debido a unas vagas indicaciones y un desfasado GPS deambulaba por la A-92 sin un rumbo claro. Mi mujer y yo discutíamos el por qué nos encontrábamos en un aparcamiento de un taller de camiones cuando la melodía del teléfono rompió la confrontación, el estudio del renombrado escultor estaba al otro lado de la tapia.
Una preciosa finca andaluza nos abría sus ornamentadas puertas metálicas de forma remota. Al otro extremo de un peculiar jardín circular en el que se salpicaban las estatuas de metal, nos esperaba un orgulloso escultor que no dudó en enseñarnos hasta el último rincón de aquel espacio tan especial donde los sueños se hacían realidad.
CUANDO LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD
Son miles los niños que comparten un mismo sueño, jugar algún día en Primera División. Demasiado pronto empieza la criba para tan difícil misión, los sueños infantiles se hacen añicos golpeados certeramente por la propia vida, situando a cada cual en su lugar. Como el implacable martillo del herrero que golpea sin cesar una amalgama de hierro para hacerla moldear.
Verano de 1975, un joven pamplonés de mirada triste acaricia su sueño. Con apenas 18 años y aún con el olor a soplete incrustado en sus orificios, Carlos González Purroy llega a Lezama a bordo de un camión. El Athletic Club de Bilbao se convertirá en la casa adoptiva para un agradecido muchacho que no tarda en adaptarse a la capital vizcaína. Compagina entrenamientos con estudios en un centro de diseño y arte, sin duda algo tan poco habitual que llevaba al propio futbolista a reconocer que “es raro que alguien en el mundo del fútbol se decante por un oficio artístico”
Sin embargo, como un compacto lingote metálico, la carrera futbolística de Purroy no fue fácil de forjar. Una inoportuna infección pulmonar lo aparta cuando empezaba a asomar en el primer equipo del Athletic. Una situación propicia para realizar un servicio militar obligatorio que lo guiará hasta León, siendo la Cultural Leonesa la gran agraciada al incorporar al pamplonés a su plantilla. Tampoco lo tuvo fácil ya que en más de una ocasión se vio obligado a disfrazarse de panadero para escapar del cuartel y poder asistir a los entrenamientos.
De vuelta en Bilbao, por fin cumplirá su sueño de debutar en primera división. Disfrutaría durante dos campañas con el club que lo moldeó hasta convertirlo en una figura del fútbol.
Regresará a casa forjado como un gran profesional. Cumpliendo su anhelo infantil de vestir la camiseta de Osasuna. Con el club rojillo vivirá en primera persona el sueño de toda Pamplona, jugar competición europea por primera vez en sus 65 años de historia.
CD LOGROÑÉS, EL SUEÑO CUMPLIDO
Con la conciencia tranquila sabedor de que había alcanzado todo lo soñado, Purroy bajó un escalón profesional y fichó por un modesto Logroñés de segunda división. No era consciente de que aún le quedaba por vivir quizá el sueño más especial.
El club riojano, con un humilde presupuesto de 170 millones de pesetas, afrontaba la temporada más ilusionante de su historia. Una escueta plantilla tuvo que pelear uno de los campeonatos más largos y absurdos que se recuerdan, al estrenarse un extraño invento que llevó a los doce primeros clasificados a enfrentarse en un playoff por el ascenso de categoría.
Cuarenta y cuatro partidos acumulados que convirtieron las botas de los futbolistas en el más pesado de los metales. Por suerte, el CD Logroñés contaba por vez primera con un preparador físico en su plantilla, algo que resultó fundamental para que el club riojano se afianzara como equipo revelación del campeonato y alcanzara el inimaginable ascenso a primera.
Lo que ocurrió aquella tarde lluviosa en el viejo estadio de Las Gaunas fue la materialización de un sueño que a los logroñeses nos parecía imposible que nunca pudiera hacerse realidad … ¿Te imaginas que el Logroñés jugara alguna vez en Primera?, decíamos los niños a veces, pero sonaba igual que cuando decíamos ¿te imaginas que Superman existiera de verdad? Nadie pensábamos que fuera factible.
Rubén Ruiz. 6 de junio de 2017
Gracias a un trabajo incesante y agotador, como el de un infatigable herrero, se hacía realidad el sueño de toda La Rioja. Comenzaba la década de oro del extinto club de la estrella hexagonal, con Purroy formando parte de una férrea defensa que peleaba por evitar, al menos en una de las porterías, la mítica frase noventera de “¡Gol en Las Gaunas!”.
EL SUEÑO DESCONOCIDO DE PURROY
Con 31 años el otro sueño que rondaba por la cabeza de Purroy se hizo tan grande que le llevó a cambiar la primera división por la tercera y Logroño por Barcelona. Fichó por el Sant Andreu como excusa para retomar sus olvidados estudios artísticos.
Tras conseguir un nuevo ascenso de categoría con los catalanes, colgó las botas definitivamente para pelear por su desconocido proyecto. Pasó de los mejores estadios de España a un modesto taller de forja donde perfeccionaría las nociones básicas del trabajo con los metales. Su objetivo era claro, hacer que sus manos fueran tan ágiles y minuciosas como lo eran sus pies.
«Yo no creo que sean mundos tan antagónicos. Al final, en el terreno de juego se encuentran muchos artistas entre sí. Yo tuve la suerte de jugar contra Maradona, Mágico González, Iríbar y un montón de jugadores sobrados de arte. Tuve la fortuna de estar en el mismo sitio que ellos y de alguna manera me han podido inspirar»
Purroy. Ok Diario. 3 de octubre de 2018
Hoy los amantes del arte se sorprenden por su pasado futbolista de igual manera que los hinchas futboleros se frotan los ojos al conocer su brillante presente. Porque Carlos Purroy, un puñado de años después de su paso por la Liga de las Estrellas, es un afamado escultor de renombre internacional. Ha conseguido juntar dos sueños que parecían opuestos, aunando deporte y escultura de forma magistral.
Gracias a la perseverancia y la meticulosidad, al trabajo duro y a la humildad, ahora es él, quien dirige los martillazos que hacen moldear sus sueños.
«Soy de una generación que es rebelde. Yo sabía que el cuello de botella para ser futbolista era muy pequeño, pero igual de pequeño es el mundo del arte. Al final hacer las cosas con pasión y amor da resultado».
Carlos Purroy. Ok Diario. 3 de octubre de 2018