Última actualización agosto 14, 2020 por Javier Argudo
Si decimos que Julen Guerrero fue uno de los mejores jugadores españoles de su época (por no decir el mejor) pocos se atreverán a decir que estamos exagerando.
El de Portugalete, que pasó por todas las categorías inferiores del Athletic Club, debutó de la mano de Jupp Heynckes con tan solo 18 años en un partido que finalizó convictoria contra el Cádiz (2-1) un 6 de septiembre de 1992 en el viejo San Mamés.
Julen había hecho realidad su sueño. Debutar en Primera División con el club de sus amores en La Catedral. Fue el inicio de la carrera de un jugador legendario que disputó más de 400 partidos con la zamarra bilbaína y anotó 116 goles que pudieron ser muchos más si no hubiera tenido una retirada tan prematura del fútbol en activo.
El impacto en el fútbol español y europeo del ‘8’ del Athletic Club fue brutal. Su calidad, clarividencia y llegada, unido a su insultante juventud, le convertían en uno de los futbolistas más codiciados del momento. Sus primeras temporadas en la élite fueron para enmarcar tanto en lo individual como en lo colectivo. El Athletic alcanzó un subcampeonato liguero lo que le permitió disputar la Liga de Campeones.
Por supuesto, le llegó la oportunidad de vestir la camiseta de la Selección con la que disputó dos Mundiales (1994 y 1998) de la mano de Javier Clemente que siempre contó con Julen Guerrero como un fijo en sus convocatorias.
JULEN RECHAZA A LOS MEJORES
Fue entonces cuando los principales clubes de Europa apostaron fuerte por Julen y fueron a por él. Lo que no sabían es que este león estaba hecho de otra pasta bien distinta a la gran mayoría de futbolistas, los cuales, suelen buscar mejorar en lo deportivo y lo económico dejando a un lado los colores.
Real Madrid, Barça y Atlético en España y Milan, Inter, y Lazio en Italia fueron algunos de los que lucharon por convencer al jugador pero este lo tenía muy claro. No se movía del Athletic Club ni por todo el oro del mundo (se dice que el Real Madrid le ofreció un cheque en blanco).
En ese momento, Jose María Arrate (presidente del club por aquel entonces) y Guerrero firmaron un contrato de 10 años como jugador de la primera plantilla (cobrando muchísimo menos de lo que le ofrecían otros equipos). Este acuerdo pasaría a ser vitalicio una vez se retirara, ya fuera como técnico o realizando cualquier otra función dentro del club.
LA TRAICIÓN A JULEN GUERRERO
Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse a partir del año 2000 cuando el centrocampista fue perdiendo protagonismo y fue relegado a la suplencia coincidiendo con la llegada al banquillo de Luis Fernández. Algunos medios de comunicación comenzaron a denunciar que en la plantilla del Athletic existía un ‘núcleo duro’ que se había propuesto amargar la existencia a Julen. Ya saben eso de que la envidia es el deporte nacional.
Pero San Mamés lo tenía claro y, aunque las últimas temporadas de su gran estrella fueron muy complicadas para él (no jugó ningún partido como titular hasta el último encuentro de su última temporada a modo de despedida), nunca le dejó de aplaudir y animar simplemente por el mero hecho de verlo calentar en la banda.
Finalmente, la leyenda del Athletic no soportó más la presión interna y decidió que había llegado el momento de colgar las botas. Tenía solo 32 años y aún le restaba un año de contrato. Volvió a rechazar suculentas ofertas en lo económico del extranjero porque él o jugaba en el el club de sus amores o directamente no jugaba.
Su rueda de prensa de despedida estuvo marcada por sus amargas lágrimas y por lo frío del acto, tal y como el propio jugador ha confesado en varias ocasiones.
No entraremos en detalles pero lo que está claro es que Julen fue traicionado por compañeros y lo que es peor, por el club por el que había dado todo. Aunque siguió vinculado unos años como técnico en Lezama con el cambio de directiva después de las elecciones a la presidencia decidió abandonar la entidad quien sabe si para volver algún día.