Última actualización abril 20, 2019 por Javier Argudo
El fútbol es un deporte de equipo integrado por 11 jugadores. Sin embargo, hay uno que poco a nada tiene que ver con el resto, el portero.
Guardameta, arquero, cancerbero… se le puede llamar de muchas maneras sin embargo el suyo es el puesto más incomprendido y seguramente ingrato ya que su principal objetivo es privar al resto de aficionados de lo que se conoce como la salsa del fútbol: el gol.
Todo el mundo recuerda y rememora el gol de Andrés Iniesta en la final de la Copa del Mundo de 2010 que permitió a España ganar el primer Mundial de su historia contra Holanda, pero no tantos destacan la parada de Iker Casillas a Robben unos minutos antes.
Los porteros están hechos de otra pasta. Su personalidad suele ser especial ya que tienen que estar preparados para una soledad que los hace únicos. Cuando un delantero falla no es tan grave, pero si lo hace el arquero es gol en contra con casi total seguridad y si no estás preparado para vivir con ello, no sirves para defender la portería de tu equipo.
Por suerte, en la actualidad los terrenos de juego han mejorado una barbaridad y atrás han quedado esos barrizales en los que se convertía el área pequeña y que hacían que un portero tuviera que vivir 90 minutos en unas condiciones impropias aunque está claro que para el que lo vivía desde fuera le daba un toque especial, casi romántico.
LOS REGATES DE HIGUITA, LAS FALTAS DE CHILAVERT
A lo largo de la historia se les ha visto como especiales y en verdad deben serlo. Cuando eres pequeño y juegas al fútbol con tus amigos casi nadie quiere ser el portero. Incluso la indumentaria debe ser diferente al resto en un partido y parece que uno de los objetivos consiste en complicarle la vida cada vez más, ya que antes se le permitía recoger un pase de un compañero con la mano.
Los hemos visto con cintas en el pelo, con gorras, rodilleras y coderas. En un principio ni tan siquiera usaban guantes y, curiosamente, la mayoría de apodados ‘Loco’ en el fútbol ocupaban esta demarcación.
Su capacidad de evadirse, de vivir en su mundo y concentrarse con el único objetivo de privar al rival del preciado gol les hace protagonizar anécdotas tan increíbles como la que vivió Sam Bartram cuando fue abandonado por sus propios compañeros bajo la espesa niebla de Londres en mitad de un partido.
Otros como René Higuita, nos enseñaron que los porteros también pueden y deben jugar el balón con los pies, incluso a riesgo de cometer un error que, como decíamos antes, suele costar muy caro. El propio Jose Luis Chilavert nos demostró que también pueden marcar goles y además de muy bella factura.
Desde aquí nuestro más sincero reconocimiento a estos ‘locos’ que disfrutan y viven el fútbol desde una posición y con una perspectiva diferente, los porteros de fútbol.