Royal Shrovetide Football: el tradicional partido de fútbol de Ashbourne

Royal Shrovetide Football: el tradicional partido de fútbol de Ashbourne
Brian Clough, por aquel entonces entrenador del Nottingham Forest, antes de dar comienzo el Royal Shrovetide Football Match allá por los 80 (PA Images)

El fútbol inglés, y también el rugby, anclan su origen en juegos pasados de pelota, desaparecidos con el paso de los tiempos. No sucede así en Ashbourne, que mantienen vivo su tradicional partido de fútbol. Y es que, documentado al menos desde 1.683, aunque hay referencias históricas que sitúan su origen en el siglo XII, se celebra el encuentro más largo del mundo. En todos los sentidos.

Allí, durante el segundo martes y miércoles de febrero, disputan un encuentro de un rudimentario fútbol en un terreno de juego de tres millas de largo, unos 4 kilómetros y 800 metros y con un día de duración entre su inicio y su final. Los equipos que se enfrentan son los de un lado y otro del margen del río Henmore que atraviesa pueblo, dividiendo a la población durante esos dos días en dos bandos irreconciliables: los Up’ards y los Down’ards.

El partido más antiguo
Antigua imagen de este peculiar partido (Getty Images)

PROHIBIDO MATAR A UN RIVAL

En este partido de fútbol no hay árbitro, el honor de los participantes prevalece a la hora de evitar trampas, ni tampoco hay número de jugadores determinados, basta con que seas vecino de una u otra margen del río. Las reglas son sencillas: el encuentro debe comenzar a las dos menos cinco de la tarde del martes, se puede jugar con el pie y con la mano, mientras no retengas en balón en tus brazos más de un minuto, tiempo siempre aproximado, está prohibido atravesar el cementerio y el parque de la población y tampoco está permitido -para tranquilidad de los participantes y según aparece en el reglamento del encuentro que data del siglo XVII- matar a un contrincante para quitarle el balón. Todo lo demás es legal.

Cada uno de los equipos tiene que conseguir llegar a la meta rival, que no se trata de ninguna portería, sino un gran palo situado frente a la puerta de los dos grandes molinos que hay en el pueblo, al norte y al sur, y golpear el poste tres veces con la pelota, siempre chutando con el pie. Este peculiar partido de fútbol tiene una duración de ocho horas, pero en un espacio de tiempo de veinticuatro, dividido en dos tiempos en función del resultado.

Si alguien logra un tanto antes de las cinco de la tarde, el juego se reinicia hasta las diez de la noche. Si no hay gol en el primer periodo, el partido se reiniciará al día siguiente, miércoles, a las dos menos cinco de la tarde, tras una comida popular acompañada de abundante ingestión de cerveza, que es sabido que para el deporte siempre es fundamental una adecuada hidratación. ¿El premio para el vencedor? Quedarse con el balón hasta la siguiente edición y mirar por encima del hombro a su rival durante el mismo periodo de tiempo. Casi nada.

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