Última actualización abril 12, 2020 por Javier Argudo
Cuando uno habla de Paco Salillas le viene a la cabeza una palabra: gol. Un delantero de los de antes, de esos que no lucían peinados raros (difícil lo tenía) ni tatuajes. De hecho, Paco tenía poca pinta de futbolista pero fue un gran goleador en casi todos los equipos que tuvieron la suerte de contar con él.
Nacido en Alagón (Zaragoza) un 7 de enero de 1966, comenzó su trayectoria en equipos aragoneses (Illueca, Teruel, Binéfar hasta llegar al Real Zaragoza, pasando por su filial el Deportivo Aragón). En primera división tuvo poca suerte con el gol ya que únicamente marcó 6 goles en el conjunto maño y 3 en el Celta, club en el que jugaría poco después.
Fue en Segunda División donde el delantero demostró su valía. Primero en el Lleida, donde anotó 28 goles en dos temporadas, posteriormente en el Villarreal donde hizo 27 en otras dos.
Pero sin duda, fue en el Levante donde dejó sus mejores cifras y un recuerdo imborrable entre la afición granota. Llegó en 1998 en el mercado invernal para lograr el ascenso de Segunda B a Segunda, anotando 15 goles en media temporada. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar.
El aragonés consiguió 20 dianas en la 1999-2000 que le sirvieron para conseguir el trofeo Pichichi de la categoría de plata. Un año después, volvería a ser el máximo goleador del equipo con 17 goles sólo superado por Salva Ballesta del Atlético de Madrid que logró 21.
Del conjunto granota se marchó un par de años al CD Castellón donde siguió goleando (20 goles en dos temporadas). Finalizó su carrera con más de 40 años en equipos menores como el Alagón, Figueruelas y Remolinos.
PACO SALILLAS PROFESOR DE PÁDEL
Pero ¿qué ha sido de Paco Salillas después de colgar las botas? Este amante de los caballos creó dos empresas en su Aragón natal. Una de cubitos de hielo y además construyó dos pistas de pádel en su pueblo, donde da clases de este deporte del que se ha declarado fan y del que se sacó el título de profesor titulado.
Sin duda, un cambio de vida de un hombre que siempre se mostró humilde, sencillo y trabajador tanto fuera como dentro del terreno de juego. Un jugador a los que es imposible no tener cariño y que representaba los valores del fútbol de toda la vida.