Última actualización diciembre 4, 2020 por Javier Argudo
Marco Van Basten es uno de los mejores delanteros de la historia. El futbolista holandés triunfó en el AC Milan de Arrigo Sacchi, considerado uno de los grandes equipos de todos los tiempos. Sin embargo, la relación entre el ‘9’ milanista y el técnico italiano no fue del todo buena.
Como todos sabemos, Arrigo Sacchi fue un entrenador de lo más obsesivo. Cualquier detalle era importante y no sólo pensaba única y exclusivamente en el fútbol sino que pretendía que sus jugadores hicieran lo mismo. Su llegada al AC Milan en 1987 supuso un antes y un después en la entidad rossonera. Allí dirigió a algunos de los mejores futbolistas europeos del momento: Ruud Gullit, Frank Rijkaard y Marco Van Basten, entre otros.
Marco Van Basten: «Mientras como, no me hable»
En un entrenamiento en Milanello, el técnico se cebó con el delantero, que nunca acabó de identificarse con la forma de trabajar de Sacchi. Según explicó el propio Van Basten, la charla continuó en el vestuario, mientras se duchaba e incluso después, en el comedor. Fue entonces cuando el delantero explotó: «Mientras como, no me hable». Le dijo al tiempo que golpeaba la mesa con fuerza.
La relación entre Sacchi y Marco Van Basten se fue deteriorando. Esto, unido a las ganas del entrenador de dirigir a la selección italiana, provocó su marcha, que por cierto, fue recibida con entusiasmo por parte de gran parte de la plantilla: «No sólo fue una fiesta para mí, todos estaban contentos con su marcha. Yo era el único que iba contra él, aunque la mayoría pensaba como yo. El único que siempre le daba la razón era Ancelotti». Sacchi era un martillo impresionante. Quería que todos los jugadores pensaran sólo en el fútbol. Era un lavado de cerebro constante». Contaba en una entrevista en 1993 el propio Van Basten.
Tras la marcha de Sacchi, llegó Fabio Capello. El Milan todavía alargó sus éxitos culminando con la Copa de Europa lograda contra el FC Barcelona de Johan Cruyff en 1994. Ese mismo verano, la Italia de Sacchi perdió la final del Mundial contra Brasil en Estados Unidos. Un año después, Marco Van Basten anunciaba su retirada definitiva del fútbol por culpa de las malditas lesiones. Su último partido lo disputó en 1993.