Última actualización diciembre 11, 2019 por Javier Argudo
El mundo del fútbol está lleno de personajes de lo más variopintos. Uno de ellos es Ángel Rendueles cuya historia da para un libro e incluso para una película.
En julio de 1936, mientras que algunos equipos que iban a ser rivales en la Segunda División de la temporada 1936-37 anunciaban fichajes de renombre, como Osasuna –que había cerrado la vuelta de Urrizalqui- el Sporting de Gijón firmaba para el Olympia, su filial, a un joven guardameta que había destacado en dos equipos locales de categoría nacional: el Cimadevilla y el Club Deportivo Arenal, de donde procedía.
Ángel Rendueles había nacido en Gijón en el año 1916 y, desde muy joven, había desarrollado dos aficiones: el deporte y la música. Aprendió a tocar varios instrumentos, especialmente la guitarra y el piano, a la vez que destacaban como portero en los equipos de categorías inferiores gijonesas. El Cimadevilla lo fichó para su equipo regional. Su altura, cerca del metro noventa, y buena colocación auguraban un gran futuro para el gijonés, pero la vena artística pesaba tanto o más que la deportiva.
Posteriormente, dio el paso al Arenal y comenzó a actuar también como monologuista y músico en distintas fiestas, una afición que desarrollaría hasta convertirla en profesión y del club del barrio de La Arena dio el salto al filial sportinguista.
EL SPORTING Y LA GUERRA CIVIL
Pero desgraciadamente, la guerra se cruzó en su camino. Al Sporting el conflicto bélico le afectó como a la práctica totalidad de equipos españoles. Manuel Meana, el que fuera gran futbolista rojiblanco y que más tarde será entrenador del primer Sporting de la postguerra, ya había resultado herido en un atentado en ese convulso año de 1936, poco antes del estallido bélico.
Durante la guerra, además, el club perdió a tres jugadores de su plantilla: Abelardo Prendes falleció luchando como miliciano en el bando republicano en el frente de Trubia, del mismo modo fallecería el navarro Andrés Jaso, alistado también como miliciano de idéntico bando, que resultó muerto en un bombardeo en los alrededores de Cangas de Onís. Por su parte, el joven Amadeo Meana murió fusilado por los republicanos en Oviedo, con tan solo veinte años, denunciado por un ex compañero de un equipo amateur por una cuestión de rencillas personales y celos. Fue ejecutado junto con otras personas de cierto renombre en la sociedad local de la época, mayoritariamente empresarios, acusados de ser simpatizantes o pertenecer a Acción Católica.
Además, Celestino Costales Argüelles “Tinín”, significado políticamente por sus simpatías con Izquierda Republicana, el partido de Azaña, se exilió en Francia, llegando a jugar en el Girondins de Burdeos. Otros dos ex jugadores Sportinguistas fallecieron en la guerra fraticida. José Francisco Pis, que fuera portero del club rojiblanco durante dos temporadas, hasta el año 1935, y que estaba vinculado políticamente al socialismo, murió fusilado por las tropas franquistas en Gijón en 1938, y Vicente Palacios, delantero que jugó seis campañas en el Sporting y posteriormente en el Atlético de Madrid, apareció muerto en 1936 en una calle de la capital española sin que se aclararan las causas. Palacios, delantero natural del gijonés barrio de Veriña, pasó a la historia por ser el autor del primer gol en la máxima categoría del club colchonero.
ÁNGEL RENDUELES ENCARCELADO
Por su parte, Ángel Rendueles, abierto simpatizante de la causa republicana, fue hecho prisionero por las tropas franquistas y encarcelado en la plaza de toros de Gijón, reconvertida en prisión en aquella época. Allí pasó unos meses y no lo hizo de forma desapercibida. Pese a las dramáticas situaciones allí vividas, el guardameta se convirtió en un personaje célebre para el resto de los presos, era el encargado de repartir el correo, haciéndolo con una gracia especial en uno momentos y en una situación donde arrancar una sonrisa no era fácil. Algún directivo sportinguista, con influencias políticas de alto nivel, intercedió por él y fue liberado a los pocos meses.
En 1939, tras el final de la contienda, firma un contrato profesional con el Sporting por dos temporadas. Paralelamente, actúa cada noche, algo impensable en el deporte profesional de hoy en día, como monologuista y músico, en el Salón Arrieta de Gijón. En sus dos años como sportinguista no llegó a debutar en partido oficial alguno. Tan solo disputó cinco amistosos, Héctor y Campos siempre le relegaron a la suplencia. Una vez finalizado su contrato, decidió colgar las botas y centrarse en el mundo artístico.
PEPITA Y RENDUELES
Es allí, en el Salón Arrieta, donde Ángel Rendueles conocerá a la que será su pareja artística y sentimental, la bailarina de origen navarro, aunque nacida en Madrid, Pepita de Inurria, artista de prestigio, formada en la danza clásica en las mejores academias del país. Con un espectáculo sobre danzas tradicionales españolas llegó a actuar a Gijón, contratada por el referido salón y allí conoció al ex guardameta sportinguista y surgió un amor que les uniría hasta el final de sus días.
Como pareja artística, una vez casados, recorrieron España. Él a la guitarra, ella bailando y “Pepita y Rendueles” como nombre artístico. En 1951, por iniciativa del polifacético e ingenioso gijonés, crean un espectáculo en el que unen la magia con la música. Acompañados por el ilusionista portugués Conde d’Aguilar recorren los principales teatros españoles y portugueses, cosechando un notable éxito con su innovador espectáculo. Es a raíz de esta gira, cuando se plantean dar el salto a América, dejando atrás una España, bajo la dictadura franquista, en la que no se sentían cómodos.
Se instalan, en un primer momento, en Venezuela, y recorren desde Argentina hasta los Estados Unidos con un nuevo espectáculo centrado en el variado folclore español. Desde la música asturiana o gallega, hasta las jotas navarras y aragonesas o el flamenco. En Caracas grabaron dos discos, ayudados, en parte, al contar con la colaboración de un directivo asturiano de Venevox, la principal discográfica venezolana de la época. El langreano Ramón Ochoa, un exiliado político que les abre, pues, las puertas para la grabación de “Recuerdos de mi patria” y “Aires populares de España”. Con las voces de ambos y la guitarra del que fuera portero del Sporting de Gijón.
Las actuaciones se multiplican y su principal destino es el de los Estados Unidos, donde actúan permanentemente y se acaban estableciendo en Nueva York, centrando su espectáculo únicamente en el flamenco. Un asturiano y una navarra, nacida en Madrid, interpretando la música propia del Sur de España. Con los años abren una academia de flamenco en Manhattan, convirtiéndose en la más prestigiosa de todos los Estados Unidos.
En el año 2010 fallece Ángel Rendueles en Nueva York (unos años antes lo había hecho su esposa). No triunfó en el fútbol, pero su carisma quedó a fuego marcado en la generación de aficionados sportinguistas de la época y, por supuesto, en sus compañeros de equipo. ¡Y sin haber disputado partido oficial alguno!