El verano que la selección griega obró el milagro

El verano que la selección griega obró el milagro
La selección griega de 2004 realizó una de las grandes gestas de la historia del fútbol. FOTOMONTAJE: Futbolretro

Grecia nunca ha sido, ni mucho menos, una de las selecciones más poderosas del continente. Por eso, y por la ausencia de grandes estrellas en su plantilla, cuando se plantó en la Eurocopa de 2004, nadie tomó en serio su candidatura. Sin embargo, gracias a un fútbol muy defensivo y quizás a que sus rivales la subestimaron, logró una de las mayores sorpresas de la historia del fútbol continental.

 

Una clasificación sorprendentemente buena

El camino de Grecia hasta la Eurocopa de Portugal empezó como el de todas las selecciones: por la clasificación para la misma. El combinado nacional griego tuvo que pasar por el clasificatorio, donde se cruzaron con España, Ucrania, Armenia e Irlanda del Norte. Desde el comienzo, el conjunto de Otto Rehhagel mostró una gran fortaleza: pese a que España era la gran favorita del grupo, los griegos quedaron primeros, entrando como cabeza de serie en el torneo que se celebró en el verano de 2004.

La fase de grupos y primeras eliminatorias

En el sorteo de la fase de grupos, una vez más, a Grecia le tocaron tres equipos muy complicados, que hacían presagiar la pronta eliminación de los helenos. Portugal, España y Rusia fueron los rivales, y solo el cuadro local pudo acabar por delante en la fase de grupos. Grecia venció a los anfitriones por 1-2 en Oporto, mientras que el empate ante España y la posterior derrota de La Roja frente a Portugal fueron suficientes, contra el pronóstico de Betfair y los seguidores del fútbol mundial.

Sin embargo, el cuento de hadas de los griegos no acabó allí. El encuentro de cuartos de final les enfrentó a Francia, defensora del título logrado cuatro años antes y finalista del Mundial de 2006, apenas dos años después. Sin embargo, la gran solidez defensiva griega fue todo lo que necesitó la selección… además de un gol de un inspiradisimo Angelos Charisteas.

La semifinal, esta vez, era con un rival bastante inferior a Francia, pero que contaba con Milan Baros bajo la manga, lo que daba a la República Checa como la favorita en las apuestas fútbol. La República Checa tenía al máximo goleador del torneo en su favor, pero una vez más, la defensa helénica secó a su rival. En el minuto 105, ya en la prórroga, metían el único tanto del partido y conseguían plantarse en la final… contra su primer rival del torneo.

La final y el éxtasis griego

La final contra Portugal fue el clímax de este cuento de hadas futbolístico. Grecia, entrando como el claro desvalido, mantuvo su enfoque defensivo y estratégico. El gol de Angelos Charisteas se convirtió en el símbolo de la victoria griega: un gol que vino de un tiro de esquina, destacando la eficacia de Grecia en el juego aéreo. Esta final no solo fue un triunfo táctico, sino también un triunfo de la cohesión del equipo y la determinación.

La hazaña de Grecia en la Eurocopa de 2004 tuvo un impacto significativo en el mundo del fútbol. Demostró que el éxito no depende exclusivamente de tener superestrellas o un historial impresionante, sino también de la estrategia, la unidad de equipo y la ejecución táctica. El legado de este triunfo se refleja en cómo equipos considerados ‘pequeños’ se inspiran en este ejemplo para desafiar a los ‘grandes’ en competiciones futuras.

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