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La primera Selección Española: Medalla de plata en Amberes 1920

Última actualización agosto 28, 2020 por Javier Argudo

La primera selección española consigue en su debut internacional su primer gran éxito futbolístico: la medalla de plata de las Olimpiadas de Amberes de 1920. De ahí surgen dos señas de identidad que acompañaron durante muchos años al fútbol español: la llamada furia y la desorganización y, si se apura, hasta algo muy próximo al caos.

Sus inicios no fueron para menos. La Asamblea de la Federación Española de Fútbol nombra a un comité seleccionador para decidir la convocatoria que debía representar al fútbol español en los JJOO de 1920. Dicho comité está presidido por Julián Ruete, representante de la región Centro, incluida la entonces denominada provincia de Santander, Paco Bru, representante de Cataluña y José Berraondo, por parte de la región Norte, que albergaba al País Vasco, Asturias y Galicia.

Se decide también, realizar una concentración previa de los futbolistas seleccionados en Bilbao y partidos de entrenamiento únicamente en estadios del norte de España: en Vigo, Bilbao e Irún. Un mes y medio de concentración y entrenamientos para afrontar con garantías la cita olímpica. La razón de hacerlo en el norte era sencilla: solo allí tenían campos de hierba, los más parecidos a los que se iban a encontrar en Bélgica, en el resto de España eran, en su gran mayoría, campos de tierra.

MANOLÍN ARGÜELLES ABANDONA LA CONCENTRACIÓN

En la previa concentración en Bilbao, tres días previos al primer partido de entrenamiento, surge el primer problema: el jugador del Sporting de Gijón, Manolín Argüelles, abandona la concentración. El motivo que alega para largarse al segundo día de convivencia es que “se aburría”.

Argüelles fue un tipo especial, con un carisma que arrastraba al público gijonés y era un futbolista muy querido por la afición a pesar de sus excentricidades. No sería la única vez que abandonaría a un equipo, aunque las circunstancias en este segundo caso serían distintas. Años más tarde, en un encuentro de liga en El Molinón se fue del terreno de juego durante un encuentro, a falta de diez minutos para la conclusión, porque decía que estaba harto de desmarcarse y que no le pasaban balones, aunque, en su descargo decir, el partido estaba ya decido a favor de los asturianos que vencían por un claro 3 a 0.

En cualquier caso, las polémicas para la selección española no finalizaron ahí. Del trío de seleccionadores es elegido Paco Bru como entrenador y máximo responsable del equipo. El catalán tenía un buen número de detractores dentro de la Federación y también entre algunos de los futbolistas componentes del equipo seleccionado, particularmente los que procedían del Athletic Club de Bilbao que, por aquel entonces, mantenían una enorme rivalidad con el F.C. Barcelona.

El 11 de julio se celebra el primer entrenamiento con partido de la selección española en el que participan los 21 jugadores convocados completando los equipos un futbolista local. Se hace en el campo de Coya, en Vigo. A los equipos se les llamó “Posibles” y “Probables”. Pero el ambiente estaba enrarecido desde el nombramiento de Bru y, de vuelta a Bilbao, surge el llamado de entrenador a la calma. Hace unas declaraciones a distintos medios de prensa en los que manifiesta que la base del equipo que jugará en Amberes estará formada por jugadores vascos, contra los que no tiene problema alguno, al contrario, admira su fuerza y los ve determinantes para lograr imponerse a equipos más físicos como los centroeuropeos.

SIN DINERO PARA VIAJAR A AMBERES

Los problemas no finalizan ahí, la Federación Española, no acaba de enviar el dinero necesario para los billetes y los gastos del equipo en Bélgica, en una época en los que cada comité olímpico nacional debía correr con sus propios gastos y que, frecuentemente, derivaban a las propias federaciones de cada deporte. Llegaba la fecha de la partida y no había dinero para ello. Finalmente, el Marqués de Villaverde, presidente del Comité Olímpico Español, pagó de su propio bolsillo las 150.000 pesetas necesarias para acudir a la cita. Los futbolistas españoles viajaron en tren, el 10 de agosto de 1920, en la categoría más barata (en tercera) y se alojaron en un modestísimo hotel alejado del centro de la ciudad flamenca de Amberes. La federación le restituyó al aristócrata el dinero anticipado un par de años más tarde.

El equipo parte, finalmente, para Bélgica con los siguientes futbolistas: Zamora (Barcelona) e Izaguirre (Ath. Bilbao) como porteros; Arrasate (Real Sociedad), Carrasco (Real Unión de Irún), Otero (Vigo Sporting) y Vallina (Arenas de Guecho) como defensas; Eguizábal (Real Sociedad), Belauste (Ath. Bilbao), Sabino (Ath. Bilbao), Samitier (Barcelona), Sancho (Barcelona) y Artola (Real Sociedad) como medios; y Patricio (Real Unión de Irún), Vázquez (Racing de Ferrol), Pichichi (Ath. Bilbao), Acedo (Ath. Bilbao), Silverio (Real Sociedad), Moncho (Vigo Sporting), González (Vigo Sporting), Pagaza (Arenas de Guecho) y Sesúmaga (Barcelona). Junto a ellos iban el entrenador, Paco Bru, el delegado, Manolo Lemmel y el utilero, Isidro.

EL MOTÍN DE LOS VASCOS

Una vez en Bélgica, y el día previo al debut ante Dinamarca, aparece un nuevo problema: el motín de los vascos. Los jugadores, encabezados por el delantero irundarra Patricio, exigen a Bru que les diga qué equipo piensa sacar contra los nórdicos, al sospechar que el míster va a beneficiar, según ellos de forma injusta, a los futbolistas del Barcelona. Reunidos todos los expedicionarios, el entrenador muestra sus cartas: van a jugar tres barcelonistas (Zamora, Samitier y Sancho). Hay amago de motín, que consigue frenar el delegado Lemmel.

Finalmente se juega en Amberes, victoria española ante Dinamarca, con gol de Patricio Arabolaza en el minuto 54, que sería el primero de la historia de la selección española. A Patricio, además, se le había anulado previamente un gol en el minuto 21 por fuera de juego. La victoria, a la que asistieron, según la prensa de la época, una veintena de entusiastas marineros vascos, que estaban atracados en Amberes y no cesaron de animar al equipo español, tuvo amplia repercusión en nuestro país y supuso un bálsamo para calmar los ánimos.

Y lo que empezó mal, finalizó bien. España, de los cuatro encuentros, venció en tres partidos (Dinamarca, Suecia e Italia) y solo fue derrotada por la anfitriona Bélgica, logrando una merecida medalla de plata y el primer éxito internacional de nuestro fútbol.

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