Última actualización septiembre 8, 2020 por Javier Argudo
La edición de la Copa de Europa 1987-1988 fue una de las más extrañas de la historia. Entre otras muchas cosas, porque el campeón del torneo, el PSV Eindhoven, no partía entre los favoritos al inicio de la competición.
El PSV (Philips Sport Vereniging) se caracterizó en aquella temporada por ser un equipo compacto, sólido y con un juego poco vistoso pero muy efectivo. El equipo neerlandés venía de ganar 2 ligas consecutivas, pero la venta de Ruud Gullit al Milán bajaba el nivel del equipo considerablemente. Pese a ello, las jóvenes promesas del PSV, entre los que se encontraba Ronald Koeman, tiraron del carro del equipo haciendo finalmente una impresionante campaña.
Su andadura en Europa comenzó en dieciseisavos de final ante el Galatasaray, en un cómodo partido en casa en el que los holandeses se impusieron por 3-0, ventaja que a la postre sería definitiva. En el partido de vuelta, los turcos se pusieron 2-0 por delante en el marcador antes del descanso, pero el partido terminó así y el PSV avanzó hasta los octavos de final.
En ellos, se encontró con el Rapid de Viena, equipo al que pudieron derrotar cómodamente con un 1-2 en Austria y un 2-0 en casa.
Ya en cuartos de final, los holandeses se toparon con el campeón francés, el Girondins de Burdeos, equipo que a priori, era superior a ellos. Los franceses comenzaron la eliminatoria con buen pie, anotando el 1-0 en su estadio, pero un gol del PSV anotado por Kieft antes del descanso, fue suficiente para darle el pase a su equipo a semifinales, tras el 0-0 que se jugaría dos semanas después en Eindhoven.
PSV, LA PESADILLA DE LA QUINTA DEL BUITRE
Contra todo pronóstico, los de Eindhoven se plantaron en las semifinales de la Copa de Europa, donde se enfrentaron al Real Madrid de la Quinta del Buitre, que venía de eliminar al Nápoles de Maradona, al actual campeón, el Oporto y al siempre competitivo Bayern de Múnich.
En el partido de ida en el Santiago Bernabéu, había cierto ambiente de tranquilidad en el equipo blanco, ya que el PSV era un equipo bastante inferior al Bayern, Nápoles y Oporto. Esta tranquilidad aumentó cuando nada más arrancar el encuentro, Hugo Sánchez anotó desde los 11 metros para poner el 1-0, pero poco después el PSV marcaría el definitivo 1-1 con el que volvían a casa con cierta ventaja, debido a que el Real Madrid debía anotar al menos un gol para pasar a la final.
Al igual que en los cuartos de final, el PSV demostró ser un equipo increíblemente sólido y logró mantener el 0-0 durante todo el partido, resultado con el cual eliminaba a uno de los mejores equipos que ha tenido el Real Madrid en la historia. De nuevo, el valor doble de los goles anotados en campo contrario era suficiente para que los de la Philips lograran clasificarse.
El equipo neerlandés llegaba a una final en la que le esperaba el Benfica, un equipo que tampoco se caracterizaba por practicar un juego demasiado vistoso y prueba de ello fue la aburrida final que ofrecieron los 2 conjuntos, empatando a 0 en un partido en el que el miedo a perder superó a las ganas de ganar. En la tanda de penaltis, ambos equipos anotaron los 5 primeros lanzamientos, pero un fallo de los lusos en la muerte súbita, proclamaba como campeón por primera vez al PSV Eindhoven.
Los holandeses habían ganado la máxima competición continental empatando los últimos 5 partidos y ganando solo 3 en toda la competición. De esta forma, los tulipanes lograron un triplete histórico: Liga, Copa y Copa de Europa. Eso sí, todavía hoy, algunos consideran a los rojiblancos el peor campeón de la máxima competición continental.