Última actualización septiembre 17, 2020 por Javier Argudo
El Mundial de México 1986 es uno de los más recordados por todos. Grandes partidos, magníficas selecciones y, sobre todo, un gran Maradona que condujo a la albiceleste a la victoria. Sin embargo, hoy nos vamos a detener en las camisetas de Argentina en aquella Copa del Mundo, en concreto, las que utilizó el equipo en su partido contra Inglaterra.
Seguramente todo buen futbolero recuerde la camiseta azul con la que Maradona marcó aquellos dos famosos goles en los cuartos de final del mundial frente a los ingleses. Pues bien, esa camiseta es especial por otros motivos a parte de por las exhibiciones de Diego.
Antes de comenzar el Mundial de 1986, Bilardo ordenó a los dirigentes de la AFA que las camisetas de Argentina fueran más finas y transpirables de lo normal para que sus jugadores no sufriesen en exceso el calor y el agotamiento por las condiciones de altitud y altas temperaturas que se iban a encontrar en México. Los mandatarios de la AFA, encargaron a la marca deportiva, camisetas con los requerimientos que el técnico pedía y con ellas la albiceleste arrancó el Mundial.
Todo estaba en orden hasta que en octavos de final, Argentina tenía que enfrentarse a Uruguay y por la similitud de sus colores, debían jugar con la segunda equipación. Al finalizar el partido, los jugadores argentinos estaban empapados en sudor por el tejido de la camiseta azul, que era mucho más grueso e incómodo que el de la primera camiseta. Bilardo se quejó a la federación y dijo que no jugarían más con la camiseta azul, que debían buscar otra.
BILARDO DESTROZA LAS CAMISETAS DE ARGENTINA
Días más tarde, en cuartos de final, la albiceleste se enfrentaba a Inglaterra, en uno de los partidos más famosos de la historia de los mundiales. Debido al color blanco de la camiseta inglesa, Argentina debía volver a jugar con la camiseta azul por segunda vez consecutiva y eso a Bilardo no le hacía ninguna gracia.
Dos días antes del partido, el técnico se reunió con varios dirigentes de la AFA para aclarar el tema. Ordenó que le sacasen todas las camisetas de Argentina con las que tenían que jugar sus muchachos, sacó unas tijeras y se puso a hacer agujeros a todas ellas. Según él, se trataba de un método para ayudar a quitar peso y una forma para que los jugadores no sufriesen en exceso la humedad y la alta temperatura, pero realmente estaba destrozando las camisetas para que los utilleros tuviesen que buscar una que le gustase más.
Tan solo 48 horas antes del partido, los utilleros debían encontrar una camiseta azul con el logo de Le Coq Sportif que se ajustase a los requerimientos de Bilardo. Buscaron y buscaron por todas las tiendas de la cuidad donde estaba concentrada la selección y tan solo encontraron un par de modelos azules con la marca que vestía la albiceleste. Llevaron esas camisetas a la concentración para que el técnico diese su veredicto y por supuesto, dijo que no le valían.
En ese momento apareció Maradona en la sala en la que estaban revisando las camisetas y, para sorpresa de Bilardo, el Diego dijo que le parecían preciosas y que quería jugar con ellas. Por supuesto, este hecho hizo cambiar por completo de opinión al preparador argentino. Argentina ya disponía de una nueva camiseta para disputar el partido ante Inglaterra, pero faltaba bordar el escudo y colocar los números, a solo 24 horas de comenzar el partido.
El día del encuentro fue un completo caos en la concentración. Varias trabajadoras del América se lo pasaron bordando todos los escudos, pero faltaban los dorsales. Estos fueron conseguidos gracias a un club de fútbol americano de la zona, que se ofreció a regalar varios a la selección. Los dorsales eran pegatinas con purpurina, típicas de los clubes de fútbol americano, por lo que no eran especialmente bonitas, pero no había otra opción, no quedaba tiempo.
Argentina saltó al campo con sus nuevas camisetas, con el escudo a medias, sin los laureles característicos y con unos números demasiado vistosos. Todo ello sin saber que estaban a punto de jugar el partido más recordado de su historia. 90 minutos después, y tras 2 de los goles más recordados de la historia de los mundiales, ya nadie se acordaba del calvario de las camisetas. Argentina estaba en semifinales y días más tarde sería campeón. Bilardo se había salido con la suya.