Última actualización julio 14, 2020 por Javier Argudo
Casi todos los equipos grandes tienen una temporada mala y acaban descendiendo a Segunda División. En España únicamente el Real Madrid, Barcelona y Athletic Club de Bilbao han sido capaces de mantener la categoría y alguno ha necesitado de «milagros» para conseguirlo.
Sin embargo, otros grandes como Atlético de Madrid o Valencia han sucumbido en alguna ocasión. Especialmente llamativo es el caso del conjunto colchonero que en la temporada 1999-2000 armó una plantilla de auténtico lujo con el objetivo de estar arriba en la clasificación sin renunciar a absolutamente nada. Molina, Valerón, Baraja, Hasselbaink, Solari, Kiko y un largo etcétera formaban un equipo temible a priori. Nada más lejos de la realidad ya que aquel equipo descendió a Segunda División.
Esa campaña fue de lo más extraña para la afición rojiblanca. Claudio Ranieri era el entrenador, después de su brillante paso por el Valencia, pero las cosas no funcionaban aunque la sensación era de que esa plantilla acabaría reaccionando tarde o temprano. De hecho, en la jornada 10 el Atlético logró una gran victoria por 1-3 contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Pero fue un espejismo.
Además, los rojiblancos avanzaban rondas tanto en la Copa de la UEFA como en la Copa del Rey. En la competición europea se alcanzaron los octavos de final (se cayó contra el Lens) y fue ahí cuando se decidió que Ranieri no debía continuar al frente del equipo. Eliminados de la UEFA y en descenso en Liga, tocaba evitar el descenso a Segunda División como fuera y tratar de salvar la temporada ganando la Copa del Rey.
EL ATLETI DESCIENDE A SEGUNDA DIVISIÓN
Ni una cosa ni la otra. Llegó al banquillo un ídolo de la afición como Radomir Antic pero no pudo sacar el barco a flote y se consumó un trágico descenso en el Carlos Tartiere de Oviedo. El técnico serbio fue destituido y se hizo cargo del equipo Zambrano con el único objetivo de tratar de ser campeón de Copa y ascender de forma inmediata la siguiente temporada.
Aquella final de Mestalla entre el Atlético y Espanyol pasó a la historia por «el gol de Tamudo» que le robó el balón de las manos a Toni. Los pericos se hicieron con el trofeo y los rojiblancos tuvieron que pasar un añito en el infierno que al final fueron dos.