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Alfredo Greus y Vicente Lapatza, dos porteros con vidas paralelas

Última actualización octubre 3, 2019 por Javier Argudo

El fútbol está lleno de historias que pudieron haber sido y no fueron y de utópicas casualidades que llegaron a convertirse en realidades. El pasado 29 de septiembre de 2019 fallecía Alfredo Greus, el que fuera portero de varios clubes españoles e hispanoamericanos, decano “oficial”, además, del Real Betis Balompié.

Alfredo Greus era natural de la población valenciana de Alginet, localidad donde también acabó sus días. Comenzó a jugar al fútbol en el equipo de su pueblo, la Unión Deportiva Alginet, donde destacó y al poco tiempo fue llamado a filas por el Valencia, para jugar en su equipo filial y conseguir el Campeonato de España de Aficionados, al vencer a la Sociedad Deportiva Indauchu, equipo en el que jugaría tres años el otro protagonista de este artículo, Vicente Lapatza, por 4 goles a 1.

En el Valencia no llegó a cuajar, en el primer equipo no consiguió debutar en partido oficial y, además, de ser suplente habitual, solo llegó a defender la portería valencianista en dos amistosos. Así, el conjunto che le busca cesión con el objeto de valorar su evolución. Su destino fue, durante una temporada, el Real Zaragoza, en donde no consiguió tampoco hacerse con la titularidad. Los valencianos le liberan contractualmente, aunque su compromiso era por tres años, y firma por el Real Betis, ya como jugador libre, en el año 1943.

ALFREDO GREUS AL REAL MADRID

Tras tres temporadas como verdiblanco, en las que alternaría titularidad y suplencia, llega al Real Oviedo. Cinco años, los de mayor regularidad de su carrera deportiva, como carbayón. Después le surgió la opción de iniciar una aventura americana que comenzó en el España de México y finalizó en el equipo venezolano de La Salle de Caracas. De Venezuela recibe una irrechazable oferta, fichar por el Real Madrid, aunque asumiendo el papel de portero reserva. El valenciano acepta y firma como portero blanco, donde permanecería hasta el final de la temporada 1951-52.

Allí jugó poco, pero Alfredo Greus siempre tuvo como orgullo, y presumía de ello, haber sido el portero titular en el partido del cincuentenario del club blanco. Al término de su contrato con los merengues, el entrenador Pepe Nogués le ofrece un nuevo, y posiblemente último contrato, va a fichar por el Sporting de Gijón, y precisa un suplente de garantías para cubrir eventuales bajas del titular indiscutible de los rojiblancos: Sión y que compitiera con el otro suplente, Pérez Zabala.

Era el regreso del Sporting a Primera División y Nogués quería tres guardametas en el primer equipo, y que todos tuvieran experiencia. Lamentablemente para el valenciano, las negociaciones se complicaron y alargaron más de la cuenta entre Nogués y el Sporting. Y comienza la liga como entrenador el exjugador rojiblanco Luisín Menéndez, entrenador de los filiales y que estuvo ligado como técnico al club asturiano hasta su fallecimiento en 1965. Tras la disputa de las primeras jornadas de liga y la primera eliminatoria de copa, se llega a un acuerdo, y Pepe Nogués firma finalmente como entrenador sportinguista.

Nogués se pone en contacto con Alfredo Greus, pero este ya estaba inmiscuido en sus negocios, abrió unos grandes almacenes en su localidad natal, por lo que su camino profesional como futbolista había decidido finalizarlo. Con Nogués en el equipo, al término de la misma, se salva la categoría, se da la baja a Pérez Zabala y se ficha al catalán Sorribas.

SPORTING Y REAL OVIEDO SE DISPUTAN LA PLAZA

En el año 1952 el Centro Asturiano de México, presidido entonces por Antonio Gutiérrez López, decide, a petición de varios socios y sustentado por el importante superávit económico que tenía la entidad, traer a un equipo asturiano a disputar unos partidos a su país de acogida. Para acabar con la disputa entre oviedistas y sportinguistas en cuanto a qué club debería ir, se acuerda que el equipo invitado será el que mejor clasificación obtenga al término de esa temporada. Sporting y Oviedo estaban ambos en Primera División y al finalizar la temporada 1952-53 el primero quedó en séptima posición y el segundo lo hizo en novena.

El Sporting, pues, se había hecho con la posibilidad de afrontar su primera gira internacional. Con el relevo en la presidencia del Centro Asturiano de México, su nuevo presidente Laureano Carús Pando -originario de Caravia- y su vocal de deportes Antonio Blanco Isoba -natural de Campo de Caso y que años más tarde presidiría la Federación Internacional de Centros Asturianos- son quienes realizan las gestiones para organizar la llegada y estancia del club rojiblanco a la capital mexicana y buscan los rivales contra quienes se enfrentarían.

En 1953, el Centro Asturiano de México contaba con mil trescientos cincuenta socios y un importante peso en la sociedad mexicana de la época, así que se le abrieron las puertas de los clubes más relevantes del país (incluida su Selección Nacional), deseosos, además, de enfrentarse contra un equipo de la máxima categoría del fútbol español. El Centro Asturiano de la Habana se incorporó posteriormente al proyecto y para ello contaba, además de con la ayuda económica de algunos industriales asturianos allí establecidos, con la colaboración en la captación de recursos de un grupo de entusiastas jóvenes de la sociedad Juventud Asturiana, encabezados por el riosellano Antonio Aramburu y el gijonés Aquilino Suárez, ambos reconocidos aficionados sportinguistas. El Sporting disputaría tres encuentros en Cuba y otros tantos en México.

PAULINO ANTÓN TRESPALACIOS

Si bien el Sporting fue recibido de forma afectuosa por los asturianos residentes en La Habana, no sucedió lo mismo con su presidente, Paulino Antón Trespalacios, general del ejército español en la reserva. Contra su persona, reconocido partidario de la causa franquista, se organizó una campaña de protestas desde dentro de los propios centros asturianos y también por parte de los muchos exiliados españoles establecidos en ambos países.

En Cuba buena parte de los socios del Centro Asturiano simpatizaban además con la causa republicana y en México la situación era aún más complicada para Paulino Antón, puesto que el país centroamericano había sido mucho más abierto a la hora de recibirlos (en Cuba gobernaba el dictador Batista, simpatizante claro del franquismo). Veinte mil exiliados españoles vivían en el país azteca, dos mil de ellos asturianos.

Nada más llegar el Sporting a La Habana, Paulino Antón pudo comprobar la situación de tensión que su presencia generaba en ambos países y optó por volverse a España a la madrugada siguiente de su arribada, sin dormir siquiera en el hotel donde se alojaba el equipo rojiblanco y dejando la expedición a completo cargo del entrenador Pepe Nogués, con carta blanca para realizar aquello que considerara, fichajes incluidos.

El Torneo Internacional de La Habana comenzó el día 2 de julio de 1953 con el encuentro celebrado contra el Centro Gallego de la Habana (junto con el Deportivo San Francisco era el equipo cubano puntero del momento) y con victoria Sporting por 0 a 1. La expectación era enorme, y las gradas presentaron un lleno casi absoluto. Trece mil aficionados pudieron vivir la primera de las victorias gijonesas fuera de España. El 7 de julio el Centro Gallego venció por 7 a 0 al Deportivo de Cali. Y el 9 julio se disputó el segundo de los partidos para el club asturiano, esta vez, como consecuencia del tremendo calor y a petición sportinguista, a las diez y media de la noche. La victoria fue nuevamente para el Sporting que derrotó por 2 a 1 al conjunto colombiano.

VICENTE LAPATZA

Los dos primeros equipos clasificados, el Sporting (con dos victorias) y el Centro Gallego (con un partido ganado) disputaron el 19 de julio la final del Torneo Internacional de La Habana, venciendo en esta ocasión el club cubano por 2 a 1 y adjudicándose el mismo. Más de diez mil espectadores asistieron a la final y hubo numerosa presencia de aficionados asturianos que no cesaron de animar al Sporting. Durante el torneo, llamó la atención de Nogués un joven portero, Vicente Lapatza, que había jugado en distintos equipos vascos: salió del Erandio, pasó por el Indauchu, Arenas de Guecho (el año en el que el club bajó a Tercera División), y nuevamente Erandio, para probar después aventura en el fútbol colombiano.

En este país, jugó en la Universidad Nacional en la temporada 1951-52 y en el Junior de Barranquilla en el 1952-53, donde se enfrentó en dos ocasiones al temido Di Stéfano, y donde recibió el apodo de “Tiburón” que le acompañó, a partir de entonces, en el resto de su carrera deportiva Al finalizar esa temporada, el Junior de Barranquilla desapareció por razones económicas y Lapatza firmó por el Deportivo Cali, con una condición, podía romper el contrato si le aparecía un club que se ajustara más a sus pretensiones deportivas.

Y así fue, Lapatza solo disputó con los caleños los dos encuentros del Torneo Internacional de La Habana. Al término de su estancia en Cuba se unió a la expedición asturiana Vicente Luis Lapatza Tineo, el “tiburón” de Erandio, tras firmar contrato por el Sporting en un hotel de La Habana. Lapatza sólo disputó una temporada como sportinguista, la 53-54 en la que jugó seis encuentros, pero su vínculo con el club asturiano fue mucho mayor: tras su retirada como guardameta, estuvo un lustro ejerciendo labores de ojeador sportinguista en Cantabria y País Vasco.

 

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