Última actualización noviembre 23, 2020 por Javier Argudo
Si hay un equipo que despertó simpatía a los futboleros en los años 90 ese fue sin duda el CD Logroñés y su mítico estadio de Las Gaunas. Ese equipo correoso, difícil de ganar sobre todo en su feudo y con jugadores de los de toda la vida que luchaban con nobleza por la victoria arropados por una grada y una afición entregada.
Pero esa lucha y esa nobleza no estuvo exenta de calidad en muchos de sus jugadores. A finales de los años 80 y durante gran parte de los 90 el conjunto riojano vivió la mejor época de su historia. Grandes jugadores lucieron en el pecho el escudo del CD Logroñés como Oleg Salenko, Toni Polster, José Ignacio, Tato Abadía y un largo etcétera. Precisamente de ese escudo es de lo que vamos a hablar hoy.
EL ESCUDO DEL CD LOGROÑÉS
El CD Logroñés fue fundado en 1940 pero heredó el escudo de su predecesor el CD Logroño. Dicho escudo era un círculo negro en cuyo interior aparece una estrella de seis puntas blanca y roja con las iniciales CDL. Cuando uno lo observa es imposible no recordar la estrella de David, uno de los símbolos más conocidos e identitarios del judaísmo.
Es aquí donde se empieza a especular con el origen y el motivo por el cual el CDL elaboró dicho escudo. Una de las teorías gira en torno a su autor, Simón Tejada, que era de origen judío y quizás por ello decidió incluir la estrella de David.
Otra posibilidad trata sobre Saturnino Iñiguez, presidente del club en 1924, que era miembro de la masonería. La estrella de David también es conocida como Sello de Salomón y es uno de los símbolos de los masones por lo que es una opción perfectamente válida.
Por último, aunque menos sostenible, se establece la opción de que cada punta de la estrella del escudo esté representando a una formación de un equipo sobre el terreno de juego. En este caso la punta inferior sería el portero, las cuatro siguientes los defensas, posteriormente dos centrocampistas y por último cuatro delanteros. Sin embargo quedaría «suelta» la última punta de ahí que digamos que no parece del todo sostenible esa posibilidad.
Sea como fuere, lo que queda claro es que el CD Logroñés, su escudo, su estadio y sus jugadores, hicieron las delicias de los que disfrutamos de aquel fútbol auténtico de los 80 y 90 donde el césped se embarraba cuando llovía y donde los futbolistas distaban mucho de los de hoy en día. Nostalgia pura.